Amadeo Alves (su verdadero apellido es Álvarez) nació en la sierra madrileña, pero vive errante de Ibiza a Canarias, recorriendo toda España y muchos países de Europa. Con 14 años se marchó de su casa porque su padre no aceptaba que quisiera dedicarse a la pintura, y a los 16 ya hacía retratos en Torremolinos, incluso se considera uno de los primeros pintores que trabajaron en la Plaza Mayor de Madrid en el año 1973.
Amadeo se considera un bohemio, no busca grandezas, únicamente trabaja para cubrir sus gastos y presume de haber conseguido el sueño del compositor brasileño Roberto Carlos y "tener un millón de amigos" por todo el mundo. Nos dice haber retratado a muchos personajes famosos y a personalidades como Adolfo Suárez.
Con sus obras ha ganado hasta 7 premios, entre ellos uno concedido por el Círculo de Bellas Artes y otro de La Bienal de las Bellas Artes del Retiro de Madrid
Además de en galerías de arte, Amadeo ha ejercido durante cuatro años como misionero y otros tantos en televisión, en programadas de parapsicología, tema del que también es experto.
Actualmente, Amadeo se dedica a recorrer España con su arte.
-"He estado por toda España, soy un nómada, un ciudadano del mundo"
-"He estado por toda España, soy un nómada, un ciudadano del mundo"
La gente que encarga sus trabajos es muy variada, pero el 80 por ciento son los propios habitantes de la ciudad en la que se encuentra, "los turistas apenas se hacen retratos", me dice.
«Los retratos que hago son bastante económicos, 35 euros, y todo el mundo puede hacerse uno, pero mucha gente me trae fotos para que pinte a sus padres, a familiares que ya no están o imágenes que les traen buenos recuerdos para regalarlas», afirma.
« Yo he conocido a mucha gente, y ahora sólo me interesa la parte humanitaria de las personas, no me gustan los ambiciosos ni los que sólo buscan enriquecerse, porque he trabajado con grandes artistas que por tener todo lo que querían han acabado solos o metidos en las drogas», confiesa.
Amadeo no piensa en retirarse, quiere seguir pintando mientras pueda, pero dice «ya tengo una edad y estoy buscando un sitio donde quedarme permanentemente, un sitio donde mi arte pueda dar de sí. No puedo vivir sin pintar, si algún día me pasara algo en las manos lo haría con la boca».
Ahora ha llegado a Chinchón. Recuerda que siendo muy pequeño le trajo aquí su padre, y ahora, pasados tantos años, descubre perfectamente la imagen que entonces recibió, y que es la misma que ahora se puede contemplar, y es que Chinchón parece permanecer anclado en el tiempo. Desde finales del mes pasado ha alquilado un local, donde vivir y donde pintar y nos le podemos encontrar por la plaza o en cualquier rincón donde ha posado su caballete y su lienzo para inmortalizar el paisaje. Está preparando una exposición en El Escorial.
Posiblemente sea uno más de los pintores que llegaron a nuestro pueblo, siguiendo la tradición de Gutiérrez-Solana, Balaguero, Muñoz-Vera, Quike Meana, Alejandro Decinti, y tantos otros que han convivido con nosotros.
Bienvenido, Amadeo, a nuestro pueblo, que siempre ha sabido acoger a los artistas que ha llegado hasta aquí.