El Rocio es una aldea del municipio de Almonte en la provincia de Huelva que durante el año tiene menos de dos mil habitantes, pero que cuando llega el tiempo de Pentecostés pasa de largo el millón de habitantes. Y esto es debido a que en esas fechas se celebra la Romería del Rocio.
Cuenta el libro de Montería del Rey Alfonso XI que en la primera mitad del siglo XIV se edificó una ermita dedicada a Santa María de las Rocinas. Tres siglos después se cambió este nombre por el de Virgen del Rocio, se fundaron las primeras hermandades y Almonte proclama a la Virgen del Rocio como patrona de la localidad.
Todo lo demás es más conocido. Allí, hace unos años, la Pantoja y el Cachuli hicieron público su amor, un lugar y un tiempo idóneo para proclamar un amor adúltero, que luego se vió que no fue duradero. Allí vimos a María Jimenez arrastrar el culo por el suelo totalmente borracha, a Carmen Ordoñez lavarse los pies con Coca Cola, y a una buena sarta de famosos y famosillos aprovechando para hacerse notar y salir en la tele.
Dicen que alquilar una de las pocas casas de la aldea para ese fin de semana cuesta una millonada y que durante ese tiempo no se duerme y la juerga se adueña de todos y la mayoría termina como una cuba.
Atrás queda la vistosidad de las carretas engalanadas curzando las marismas, los “simpecados” saliendo de sus ciudades de origen camino del Rocio, los hombres de corto y las mujeres con faralaes montando sus caballos y el cansimo marchar de los bueyes entre polvo y sevillanas.
Y en la madrugada del domingo al lunes, cuando va a empezar a clarear el día, un grupo aguerrido de jóvenes de la localidad, que tienen que demostrar que son los que tienen derecho a hacerlo, saltan la reja del altar para sacar las andas de la Virgen del Rocio en procesión por toda la aldea. Pero eso entre una multitud que apenas si deja avanzar la imagen, que todos quieren tocar, con el resultado previsible, como ha ocurrido este año, de que algo se pueda romper y, afortunadamente, sólo ha sido uno de los soportes de las andas.
Y la procesión sólo ha durado cuatro horas, en vez de las diez o doce que estaban previstas. ¡Una verdadera pena!
¿Una peculiar demostración de fe? ¿Por qué se empeñan en llamar religión lo que sólo es fiesta?