Un lector se preguntaba el otro día en un periódico: ¿Es que Joaquín Leguina estaba todavía en el PSOE?
Pues parece ser que sí, porque le acaban de echar del partido. Según informan, se le abrió un expediente disciplinario por apoyar explícitamente a Isabel Díaz Ayuso en la última Campaña electoral. Y pasado el tiempo, el resultado de ese expediente ha sido la expulsión del partido.
A mi me parece muy mal que le hayan “expulsado”. Esto nunca debiera haberse producido. ¡Expulsar al único presidente socialista de la Comunidad de Madrid en toda la historía! ¡Una vergüenza!
¡Se debería haber marchado él! ¿Donde está la coherencia?
Si no estas de acuerdo con la política de tu partido, la única opción es marcharse. Y Joaquín Leguina venía manifestando desde hacía mucho tiempo que sus opciones políticas distaban mucho de las del partido socialista.
Claro que es verdad que no era él solo. Otros muchos, entre los que se encuentran altos prebostes históricos, parece que han cambiado de opinión y, al amparo de sus nuevos status’s empresariales, abominan de los derroteros actuales de su antiguo partido.
¿Quien puede reconocer en Felipe González a aquel Isidoro de Suresnes? ¿Ha cambiado el partido o han cambiado ellos. Sinceramente creo que la perspectiva de la situación de España es muy diferente desde el despacho de un abogado laboralista que desde el Consejo de Administración de una Multinacional.
La cuestión es, como decía el otro día en mi artículo sobre “LOS EX”, que hay quien no se resigna a reconocer que su tiempo ha pasado y quieren seguir en el candelero, cuando ya empiezan a chochear y lo mejor que podrían hacer es estar calladitos para tener un lugar digno en la historia. No les vaya a pasar lo que a tantas folclóricas que han despilfarrado su prestigio arrastrando sus vergüenzas a su vejez, cuando estarían tan a gusto disfrutando de un retiro dorado y admirado.
Ya digo, lo de Joaquín Leguina, ¡Una vergüenza!