José Ignacio Torreblanca, Profesor de Ciencia Política en la UNED,
director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations ha
publicado en El País del día 3 de noviembre, un artículo con este mismo título,
del que hago un pequeño extracto, por considerarlo de interés.
“A juicio de
muchos, las propuestas
económicas de PODEMOS (renta mínima universal, reducción de la
jornada laboral, reducción de la edad de jubilación y aumento de pensiones)
representen una especie de voodoo economics de
izquierdas; sin embargo, las razones del auge de PODEMOS hay
que buscarlas más bien en que la ciudadanía ya no
puede cambiar de políticas, sino sólo de políticos. En lugar de
“elegir entre alternativas políticas e ideológicas”, los ciudadanos se
limitarían a “controlar la honestidad y la capacidad de los gestores públicos”.
Ahí es donde
encaja PODEMOS, en la extensión del convencimiento entre una parte importante
de la ciudadanía de que, en estos momentos las diferencias entre
izquierda y derecha no son tan significativas como la tarea de limpieza de la
política
Desde ese
punto de vista, el voto a PODEMOS es un voto vudú.
Hasta ahora, los ciudadanos votaban y
no pasaba nada, su voto no tenía consecuencia alguna: ni servía
para cambiar las políticas, ni servía para cambiar a los políticos puesto que
nadie dimitía o el que dimitía era sustituido por otro parecido. Pero ahora,
simplemente manifestando su intención de
votar a PODEMOS mucho ciudadanos se han encontrado por primera vez
empoderados, y de qué manera: con el mismo voto se vota contra los partidos
políticos, contra el bipartidismo, contra las injusticias, contra la
corrupción, contra Angela Merkel, contra los mercados. Es un voto (o intención
de voto) realmente maximizador en relación a cualquiera de las otras
alternativas.
Así que, hartos de que no se les escuche, hartos del
espectáculo de corrupción, hartos de la
falta de respuesta y de la degradación institucional, un grupo
importante de ciudadanos (casi un tercio del electorado) habría descubierto en
PODEMOS una estrategia óptima para controlar a sus políticos: anunciar su intención de voto a un partido que
claramente amenaza con dinamitar el sistema bipartidista.
Ahora le toca mover ficha a los dos grandes partidos. Ante sí tienen dos estrategias: una, creerse que la intención de voto se traduciría en
votos el día de
las elecciones y por tanto reaccionar ante lo que sin duda es una amenaza existencial con profundas reformas; dos, pensar que los ciudadanos van de farol y que en el fondo tienen el mismo
miedo que ellos a PODEMOS por lo que con algunas reformas cosméticas será
suficiente para aplacar su irá.
La primera
opción supone que los partidos políticos se dinamiten a sí mismos, la segunda que transfieran el botón nuclear a la ciudadanía y esperen a ver qué pasa. ¿Qué harán?
Paradójicamente, pienso que es más posible la segunda opción: la primera supone
una muerte segura, la segunda una muerte
probable. La esencia del vudú es quién tiene el poder sobre quién y
cómo lo quiere ejercer. ¿Quién lo tiene aquí y qué quiere hacer con él?