Por aquello de que estamos en San Isidro y, como se sabe, en Madrid se celebra la Feria dedicada a su Santo Patrón, se me ha ocurrido hacer un trabajo de investigación sobre el arte en los toros.
Como la polémica de toros sí y toros no, va a continuar por muchos argumentos que se aduzcan a favor o en contra de una u otra opción, yo me voy a limitar a dejar constancia de la presencia de los toros en el arte, a través de la historia.
No obstante, y como un paréntesis, habrá que convenir, cuanto menos, que la llamada fiesta de los toros, es una actividad un poco bárbara y que parece lógico que a los que no están acostumbrados a presenciarla, les puede parecer sangrienta, violenta, irracional e, incluso, inhumana. Pero, como decía, estas son opiniones que en poco o en nada van a modificar las opiniones de los partidarios de los toros y menos aún después de que se han asociado a la tauromaquia los más altos valores patrios. Pero, vamos a dejarlo, porque no era de esto de lo que yo quería hablar.
Desde la prehistoria los artistas se fijaron en la efigie del toro. Es un amimal fiero, noble, altivo y ofrece una imagen hermosa y atractiva . Desde la pinturas rupestres, pasando por los egipcios, persas, griegos y romanos, la figura del toro aparece en estatuas, mosaicos, pinturas o decorando frisos y vasijas. También tenemos muestras en el arte de los celtas y en ilustraciones de la Edad Media.
A partir del siglo de oro vemos cómo en las celebraciones festivas ya se organizaban fiestas de toros y tenemos grabados que las muestran.
Pero no fue hasta el siglo XVIII cuando Goya lo encumbra al más alto rango de la pintura. No solo con su “Tauromaquia” que nos deja en sus célebres grabados, sino también en lienzos que recogen el realismo de la fiesta de los toros.
Sin duda que don Francho, cuando visitaba a su hermano Camilo en Chinchón, presenciaría las corridas de toros que se celebraban en nuestros pueblo como una tradición centenaria, puesto que se sabe que se organizaron corridas de toros cuando el día 16 de septiembre de 1502, Juana y Felipe que recorrían España antes de ser jurados como príncipes de Asturias por las Cortes de Castilla y Aragón. visitaron Chinchón. Más de doscientos años después, también se celebran en Chinchón varias corridas de toros, cuando el hijo de Felipe V, el Infante don Felipe de Borbón compra el condado de Chinchón en el año 1738.
CONTINUARÁ.