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jueves, 30 de abril de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN



Su cuerpo todo era una insinuación bajo aquel escueto vestido que apenas si servía como velo ligero para cubrirlo.

Sus labios rezumaban sensualidad y sus ojos se entornaron mientras retiraba sus cabellos para que no entorpecieran la generosa visión de su escote…

- No, Julita, ya no la necesito; cierre el ordenador y puede marcharse…


Solo un minuto antes....


Después de casi dos años no comprendía por qué, todavía, la seguía llamando de usted.

Estaba segura que hoy no se había fijado, siquiera, en su nuevo vestido, a pesar de que dejaba al descubierto parte de sus pechos.

Realmente tenía un jefe un poco raro.

- Don Pedro, son las siete, ¿me necesita para algo?

miércoles, 29 de abril de 2009

EL VIAJANTE TACITURNO. (Cuento)

Inspirado en “Los puntos cardinales” de Eloy Tizón, contado por un narrador objetivo. (casi)

"Era un hombre obeso pero, paradójicamente más ágil de lo que su aspecto podría presagiar. Llegó al andén cuando el tren empezaba a moverse. El jefe de estación había hecho sonar el silbato de las salidas apresuradas y por debajo de las ruedas de acero se escaparon los suspiros de la máquina con achaques, a punto de jubilarse. Saltó a la plataforma de la escalerilla y de allí al pasillo del vagón, atenazando su maletín de piel con goteras en el que debía guardar los restos de su vida nómada y monótona, por la forma en que lo apretaba entre sus brazos.
En el departamento de la izquierda, detrás de la puerta que se descorría sola cuando el tren subía una cuesta, estaba la niña jugando con su caja de música, que abría y cerraba con parsimonia mientras se recogía los tirabuzones pajizos que caían de su sombrero con cintas desdibujadas. Estaba sola y el hombre que era demasiado ágil para lo grueso que estaba, se sentó a su lado. Los cordones de sus zapatos estaban a punto de empezar a llorar y tenían que saltar constantemente para que las suelas no los pisaran. Su traje tenía las arrugas típicas que ocasionan las perchas de plástico que suele haber en las fondas de techos con lepra y en los moteles de carretera que no va a ninguna parte.
Se intentó arreglar el nudo de la corbata, que tiempo ha tuvo ínfulas de grandeza y ahora se empezaba a despintar por momentos, y susurró algo a la muchacha que le miró con sus ojos de hospicio azules pensando, sin duda, que aquel hombre no era totalmente desconocido para ella. El confesó que se habían visto por lo menos tres veces; la primera cuando el hombre de tez morena y rasgos árabes la cepillaba los dientes en el aseo de la estación de cercanías ya muy lejana, la segunda cuando desayunaban en la barra de aquel bar sin nombre donde los camareros coleccionaban fotografías de sus clientes, y la última cuando viajaba en tranvía con el hombre que parecía llevar zancos y que entonces él pensó que debía ser su padre.
El hombre del traje con arrugas asimétricas y la corbata despintada, abrió su maletín lleno de ilusiones desgastadas y sacó una toalla empapada de polvos de talco, un espejo que no reflejaba su rostro cansado, un peine sin púas, un mapa sin ríos ni montañas, un cierre sin llave y un timbre insonoro que, según dijo, se había vendido muy bien para casas sin puerta. Debía ser viajante y regresaba a casa después de una semana más de tratar con gentes con el alma anestesiada y dormir en pensiones con vistas a los anuncios de Coca Cola.
La niña cogió el mapa y señaló un punto indefinido en el norte de África, él negó con la cabeza y no volvió a decir nada. Su cara era tan triste como la melodía de la cajita de música que la muchacha hacía sonar cuando callaba el silbido del tren al salir de las estaciones en las que solo habitaban los fantasmas. Por fin, ella le dijo algo al oído y él asintió.
Cuando el tren volvió a parar porque se habían terminado las vías, los dos, cogidos de la mano, bajaron al andén, donde nadie les esperaba. El reloj redondo y algo afónico que colgaba sobre la puerta de la sala de viajeros de vuelta de casi todo, marcaba las dos y diecisiete minutos, era de noche y terminaban de caer las últimas gotas de una tormenta que se había montado ya en un tren de mercancías con destino a las tierras del norte, donde el hombre del tiempo había pronosticado una gran perturbación".
Trabajo para el Taller literario.

martes, 28 de abril de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN



- Espejito, espejito, ¿Hay alguna niña más guapa que yo?

- No seas pesada, Penélope, y empieza a maquillarte ya, que luego pasa lo que pasa, y no hay novio que te dure más de tres semanas...

miércoles, 15 de abril de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN.





En un gesto de valentía, se asomó al balcón de su conciencia despierta y era de noche.

Cuando amaneció, y empezó a entrar la luz, ya había conseguido dormirla.

lunes, 30 de marzo de 2009

NO ES UN CUENTO PARA NIÑOS


EL CORZO (Un cuento con moraleja implícita)
El pequeño Serafín era una mala bestia. Sus padres, conocidos nuestros de toda la vida, habían tirado la toalla y lo habían dejado por imposible, y eso que sólo tenía cinco años. Era el terror de sus compañeros de guardería, a los que tenía atemorizados. Un día escondía un ratón en el cabás de su compañera de pupitre, otro emborronaba todos los cuadernos de la clase con las témperas de las manualidades, otros rompía los lápices de colores y los escondía en el bolso de la “seño”; todas las maldades que una mente tan pequeña era capaz de imaginar, él las ponía en práctica, y sus padres no paraban de recibir notas de la directora del parvulario que les amenazaba con expulsar a tan díscolo alumno como precoz maleante.
Cuando creció, sus hazañas se extendieron al parque de la urbanización, a las calles aledañas y sobre todo a la escalera del bloque donde vivían. No paraban las bolsas de basura en los rellanos, el portero llegó a presentar su renuncia al presidente de la Comunidad porque no era capaz de limpiar todo lo que el niño ensuciaba, y sus padres tuvieron que asumir el pagar un sobresueldo al portero, cuando la comunidad convocó una junta extraordinaria monográfica para “buscar soluciones a la actitud del niño del 4º B” como único tema en el orden del día.
Habían probado con todos los castigos conocidos; su padre le había repetido cientos de veces que debía aprender de él que siempre había obedecido al suyo; acudieron a un psicólogo, por indicación mía, pero sin ningún resultado; incluso el médico de cabecera de la Seguridad Social les recetó unas pastillas para tranquilizarle, pero que sólo le daban un poco de somnolencia y cuando despertaba era mucho peor...
Creo que fue a su madre a la que se le ocurrió asustarle con el “corzo”. Como todos sabéis, el corzo es un mamífero cérvido rumiante, algo mayor que la cabra, de cola corta y cuernas ahorquilladas que por lo que dicen es de carácter manso y huidizo. Pues bien, nadie supo explicar por qué, pero al bueno de Serafín eso de que pudiese venir el “corzo”, le aterrorizó. Puede ser que en el subconsciente del muchacho quedasen reminiscencias atávicas de ancestros cazadores o que por su escasa formación confundiese el tímido corzo con un animal terrible y sanguinario, el caso es que desde ese momento, con tan solo amenazarle con la llegada del “corzo”, se convertía en el más dócil y obediente de los niños.
Los padres estaban locos de contentos. Si iba a pegar a un niño: “¡Que viene el corzo!”, decían; si había cogido algo a sus compañeros, le hacían devolverlo con la amenaza de “¡Que viene el corzo!”, si regañaba con sus hermanos... “¡Que viene el corzo!”, si no quería estudiar, sólo tenían que decir: “¡Que viene el corzo!”.
Un día de aquellos fue su padre fue quien lo descubrió. La amenaza de “¡Que viene el corzo!” también podía servir para que Serafín hiciese todo lo que se les ocurriese mandarle: Tráeme el periódico, “¡Que si no, viene el corzo!”, hoy tienes que sacar la basura, “¡Que si no, viene el corzo!”, deja la pelota a tu hermanito, “¡Que si no, viene el corzo!”.
Lo dicho, que el pobre Serafín se había convertido en el niño más bueno del mundo.

Pero... -siempre tiene que haber algún “pero”- como el niño se iba haciendo mayor y además se había convertido en un buen estudiante, un día descubrió que lo del “corzo” no tenía ningún sentido y que sus padres, además, se había valido de su ignorancia y de sus miedos irracionales para aprovecharse de él.
Y como nadie se había ocupado de hacerle comprender lo que era “bueno” y lo que era “malo”, ni explicarle cuales debían ser los principios éticos que debían regir su vida, porque el “corzo” se había convertido en la única referencia válida para dirigir sus actos, pensó que era el momento para volver a hacer todo lo que su cuerpo le pedía y su mente maléfica le dictaba.
Hace mucho tiempo que no veo a sus padres, aunque, como os he dicho, éramos conocidos de toda la vida, pero por lo que me dijo un vecino, Serafín está muy bien situado y es concejal de urbanismo en un pueblo de la costa del Sol.
Nota: El lector puede cambiar "corzo" por "hombre del saco", "infierno", etc. etc.

sábado, 28 de marzo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN.






Tenía su piso en Madrid, la casa del pueblo, un apartamento en la playa y un chalet en la sierra.
El coche del trabajo, el utilitario, un todoterreno y una moto de setecientos cincuenta centímetros cúbicos.
Un niño -precioso-, un perro para ir a cazar, y su mujer...
Estaba dudando si cambiar el piso de Madrid, comprar un monovolumen para sustituir al utilitario, divorciarse de su mujer para casarse con otra más joven o,
directamente, liarse con la secretaria...

jueves, 26 de marzo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN


Había sacado el número tres de la promoción en la Facultad de Económicas de la Complutense.
Se incorporó de inmediato al "staff" de dirección de una multinacional de la comunicación. Focalizó toda su energía en conseguir una promoción personal rápida y en tres años entró a formar parte del restringido grupo de ejecutivos de la empresa.
Aunque su vida sentimental siempre había estado relegada a puestos secundarios en su escala de valores, pensó que podía ser el momento de formar una familia y, después de analizar las posibilidades de encontrar pareja en su entorno, consideró más oportuno buscar en círculos alejados de la vida profesional.
Hizo un análisis detallado de su situación, aplicó la técnica de toma de decisiones, que tantas veces había utilizado en su vida laboral, y tomó la decisión:
- Buscaría un "hombre florero".

Y pasaron algunos... bastantes años.

Todavía conservaba aquellas viejas cuartillas en las que dejó plasmadas las anotaciones de la decisión más importante de su vida. La técnica aplicada era correcta; las ponderaciones, adecuadas; las valoraciones, ecuánimes y las alternativas, todas viables... Lo había vuelto a repasar cientos de veces durante su desgraciada vida... la decisión era la correcta, pero había sido una mala decisión...
... Si en vez del "florero" hubiese valorado más el amor...

domingo, 22 de marzo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN.







...porque la moralidad es la base de nuestro planteamiento programático, basta ya de comportamientos ambiguos, de conductas que chocan con las más puras esencias de nuestra ancestral formación religiosa... Es hora de una regeneración moral de toda la sociedad...


- Precioso, amorcito, el discurso te está quedando muy bien, pero no se te olvide que esta noche tienes cena en el partido y tienes que ir con tu mujer...

sábado, 21 de marzo de 2009

TALLER LITERARIO.

Ya he publicado en diversas ocasiones los trabajos que voy realizando para el Taller literario que tenemos en la Biblioteca de Chinchón. En esta ocasión la "tarea" era más técnica y consistía en hacer un pequeño cuentecito para aplicar correctamente estos sinónimos: PIEL. EPIDERMIS. PELLEJO. CUTIS.
Este es el mío:
"Desnuda, delante del espejo fue hidratando su cutis con la crema que había comprado en la farmacia. Toda la piel de su cuerpo estaba tersa después del largo y reconfortante baño de espuma que se terminaba de dar. Hoy había tenido tiempo hasta para aplicar la crema exfoliante en los pies y librarse de esos antiestéticos pellejos que a veces le aparecían en los talones. Cuando se empezó a vestir, el roce de la blonda de su ropa interior con su epidermis la trasportó a ensoñaciones, hasta ahora para ella, desconocidas".

Otro ejercicio consistía en utilizar. para hacer otro pequeño cuento, estos conceptos: CAMISETA CON MANCHAS. ATASCO DE COCHES. AMANECER. DOLOR DE CABEZA. BOCA SECA. AMOR INFIEL, pero utilizando un leguaje expresivo:
"No sabía cómo iba a justificar aquella camiseta llena de lamparones de barro. El viaje era corto pero parecía que todos los conductores se hubieran puesto de acuerdo para salir al tiempo a la carretera. Y además, los primeros rayos del sol hacían casi imposible la visibilidad de los que se dirigían al levante, lo que ralentizó más si cabe la marcha de los coches. Posiblemente fue el sol, o quizás que no había dormido la noche anterior, pero se encontraba francamente mal. Parecía que le iba a explotar la cabeza y su lengua que parecía de estopa reseca se le pegaba al paladar y, allí en el coche, no tenía una mala botella de agua que llevarse a la boca. Eso era lo que ella se decía, pero sabía en su interior que no era la verdad, al menos toda la verdad; la realidad es que él había estado con otra y ella lo acababa de descubrir después de espiarle toda la noche, escondida entre los setos, bajo la ventana de aquel chalet".

domingo, 15 de marzo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN

Es muy cariñoso y muy limpio.
Vive en casa desde hace unos meses y estoy encantada.
Con una simple indicación mía sabe lo que quiero...

Sí, claro, duerme en mi cama... Es un encanto, un cielo... Ya no podría vivir sin él...

- ¿Qué quieres que te diga?.. A mí, los gatos...

Nota del editor: Este e-nanocuento ya lo publiqué anteriormente. Pero lo hice sin ilustración. Ahora os lo ofrenzco de nuevo con estas fotografías que he encontrado en internet de estos preciosos gatitos. ¡no volverá a ocurrir!

martes, 10 de marzo de 2009

PASEO INVERNAL



Pisar las hojas en otoño no era como pisar la nieve.


Las hojas, amarillentas y secas del paseo de la alameda, crujían bajo mi lento caminar; incluso podía sentir su estremecimiento; pero era como pisar la mullida alfombra de un largo pasillo.

Pisar la nieve, no.


Pisar la nieve tenía un algo de lujuriosa profanación.

Podía escuchar su helado lamento de quejas cristalizadas bajo mis pies, que iban dejando efímeras huellas, acusadoras de mi inocuo delito.

miércoles, 4 de marzo de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN.


Era un día gris de finales de otoño. El cielo plomizo empezaba destilar lágrimas a la caída de la tarde.
En la chimenea se consumían los últimos troncos de alegría, y ella se preparó para cenar un buen tazón de chocolate con penas ya casi olvidadas. Hacía tanto tiempo que no las probaba que le parecieron nuevas.
He preferido esperar hasta hoy para enviar mi felicitación a un amigo que visita asiduamente mi desierto, porque esta entrada es más festiva que la de ayer, que era cuando celebraba su onomásticas. Felicitadades, Jesús. ¡Va por tí!

jueves, 26 de febrero de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN

Cogió su móvil -antes había estado una hora y doce minutos en el cuarto de baño ultimando su aseo y su maquillaje.
- el bolso y las llaves del coche, se miró el reloj: Las doce menos cuarto, se dijo.
Y asomándose al cuarto de estar:
-¡Adiós! No me esperéis despiertos que llegaré tarde.
Era sábado y hacía muy buena temperatura.
Tuvo el presentimiento que, por fin, iba a tener ocasión de exhibir el conjunto interior de encaje que se había traído de París.

sábado, 21 de febrero de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN.

La fina arena se había ido mezclando con el aceite bronceador. El sol caía implacable sobre su cuerpo totalmente desnudo y la espuma de las olas empezaba a acariciar sus piernas con la subida de la marea.

Sólo faltaba que él estuviese a su lado… y le vio acercarse en la lejanía…

jueves, 19 de febrero de 2009

TRABAJOS FORZADOS.

El mes pasado se inició el Taller de literatura de la Biblioteca Pública "Petra Ramirez" de Chinchón. Se inició con la redacción de un cuento o pequeño relato. En los talleres de escritura se hace lo que yo llamo "trabajos forzados". Es decir, tienes que hacer un trabajo forzado por las indicaciones que hace la profesora para todos los alumnos. Y este es el primero de este año, que yo titulé:

MOTIVOS INCONFESABLES.

Todos pensaban que Jose era inaguantable. A nadie dejaba indiferente y sólo unos pocos, posiblemente por no tener más remedio, aceptaban su presencia. Sus precisiones solían ser acertadas, pero casi siempre eran desagradables para los que eran el objetivo de sus violentas diatribas y de sus opiniones, por lo general, injuriosas.
En sus críticas, la mayoría de las veces tenía razón y por lo común demostraba un ingenio innato y un sarcasmo devastador; sus comentarios incisivos tenían la virtud de ofender a casi todos, aunque, en honor a la verdad, sus ocurrencias solían ser celebradas por su gracia y por su agudeza crítica.
Y posiblemente por eso se había quedado soltera. Aunque nunca quería reconocer su edad, todos sabían que debía rondar ya cerca de los cincuenta. No era virgen, pero casi. Solamente lo había hecho con un novio, demasiado inexperto que tuvo cuando era muy joven, y de aquello no guardaba muy buen recuerdo. No acertaba a determinar si fue por la escasa experiencia del muchacho o por la estricta formación religiosa que le había dado su familia, el caso es que nunca le perdonó que no hubiese respetado su inocencia y terminó por dejarle.
Durante mucho tiempo vivió desengañada de los hombres, por los que ya no sentía ninguna atracción; llegó a pensar que podía ser lesbiana, pero tampoco le atraían las mujeres. Desde entonces se centró en el trabajo donde colmó todas sus aspiraciones personales.
Y un día convocó a sus conocidos -no se podía decir que fuesen amigos- lo que extraño sobremanera a todos ellos, porque era la primera vez que les invitaba a su casa. Cuando estaban todos reunidos en el salón, soltó la noticia:
- ¡Me voy de misionera a Mozambique!
Al principio nadie llegó a tomar en serio esta decisión, y la mayoría aprovecho para hacer los chascarrillos que ella habría utilizado si alguno de sus allegados se hubiera atrevido a hacer una propuesta tan descabellada como la suya.
Sin embargo, empezaron a tomarla en serio cuando pidió la excedencia en el trabajo y se fue a la Seguridad Social para ponerse todas las vacunas reglamentarias, que le habían aconsejado en la ONG del médico Pedro Alonso, que estaba experimentando en Mahinça la vacuna contra la malaria del doctor colombiano Manuel Elkin Patarrollo.
Por más que elucubraban, nadie llegaba a comprender los motivos que habían llevado a Jose a tomar una decisión tan ilógica e inesperada que, desde luego, ella nunca los llegaría a confesar.
Y también aquella noche volvió a tener el mismo sueño que desde hacía muchos años se había hecho recurrente.


“Era una pequeña aldea en plena selva tropical. El sol caía de plano sobre su cuerpo bronceado y sudoroso que apenas si podía ocultar su escueto vestido de vistosos colorines.
El aire traía el olor al salitre del mar y los aromas de las frutas que nacían salvajes en los árboles que circundaban las pequeñas chozas de los nativos y el improvisado hospital de campaña que habían instalado hacía sólo unos días.
Aunque ella podía ser la de más edad de la tribu, aparentaba ser de las más jóvenes y desde luego la más atractiva para los fornidos cazadores que paseaban desnudos a su alrededor.
Cuando el sol se ocultó detrás de las montañas, y el relente del ocaso suavizó los ardores de su cuerpo, como todas las noches, volvió a ser violada por aquellos salvajes que gozaron de su cuerpo, durante tantos años desaprovechado para el amor”.

sábado, 14 de febrero de 2009

POLVO ENAMORADO

La visión de su inmenso cuerpo desnudo cambió para siempre mi concepto de belleza. Descubrí en ella un voluptuoso universo de curvas sinuosas que despertaron mi dormida sensualidad. Su piel era blanca y sedosa; al contacto con mis dedos parecía derretirse y se hacía meliflua hasta difuminar todos los contornos de su cuerpo. Nunca tomaba el sol y olía a mantequilla y a lavanda. Toda ella era un gran pastel de nata y de merengue, y su boca tenía el sabor dulzón de la melaza y de la menta. Cuando me abrazó, mi cuerpo desapareció como engullido por su boca sensual con labios de frambuesa y apenas si podía soportar el peso de su lascivia.

Sus pechos, majestuosos zepelines sonrosados, al sentir mi contacto, fueron adquiriendo una turgente e inimaginable consistencia; sus pezones, hitos erguidos y redondeados, se tornaron agresivos cuando sintieron el calor de mis labios. Los firmes amarraderos de sus brazos me sujetaron a su cintura para impedir que mi barca pudiera huir hacia otros puertos; las columnas de sus piernas se abrieron para mostrarme el friso de su palpitante intimidad. La playa de su vientre, azotada por las olas salvajes de una pleamar de ansias incontroladas, me invitó a tenderme sobre ella y me animó a explorar el bosque tenebroso que custodiaba la cueva de su pasión todavía virgen.

Anduve errante durante horas por los profundos valles y las turgentes montañas de su cuerpo que descansaba indolente sobre las sábanas de satén que había estrenado para mí. Abandonado en una etérea nube de perfumes, hasta ahora desconocidos, perdí la noción del tiempo. A lo lejos me parecía oir el rumor del mar, pero no era mas que el jadeo acompasado de su placer que se hacía mas vehemente cuanto más me acercaba a la profundidad de su deseo. Cuando la esencia de mi lujuria la inundó, dejó escapar un quejido que más parecía una postrera súplica que ya no pude corresponder. Cuando nuestras mentes alcanzaron el pacífico limbo de ensoñaciones libidinosas, donde se duerme el deseo fue, poco a poco, liberando mi cuerpo que palpitaba trémulo no sé si de placer o de agotamiento.

Me dijo que había sido una experiencia inolvidable. Yo supe que la tendría que olvidar, si no quería sucumbir abrumado bajo el peso de este nuevo amor.

Por si alguno lo había olvidado, hoy es el día de San Valentín, en el que los enamorados acostumbran a dedicarse poesías, hacerse carantoñas y, algunos incluso, hacerse regalos.
¡Hay gente "pa" "to".
Nota: No hace falta decir que los cuadros son de Fernando Botero.

lunes, 9 de febrero de 2009

LA MISION IMPOSIBLE DE PUBLICAR UNA NOVELA O CÓMO VIAJAR A EXTREMADURA.



Para el ejercicio de la semana pasada, la profesora del taller literario nos había propuesto elegir el inicio de una novela famosa, para continuar con otra historia inventada por nosotros.
Yo, sin dudarlo, escogí ésta:


“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía, había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo…”

Mi primera intención fue añadir algún año más al siglo de soledad en el perdido Macondo, pero pensé que además de ser una reiteración, iba a ser sin duda, muchísimo peor que lo que dejó escrito Gabo, y decidí escribir mi propia historia:
La he titulado:

“La misión imposible de publicar una novela o cómo viajar a Extremadura”.
Y reza así:

"Yo de niño escribía cuentos pequeñitos.
Cuando había visita en casa, mi madre me decía:
-Anda, Manolo -a mí nunca me llamaron Manolito-, lee a esta señora ese cuento tan bonito que has escrito.
La señora por educación, no decía que se parecía demasiado a la bella durmiente o a la cenicienta, y se deshacía en elogios para mí, que procuraba desaparecer lo antes posible, porque de todos es conocida mi recalcitrante timidez.
Luego, la profesora de lengua resaltó que estaba muy bien dotado, para la literatura, claro, y me animó a seguir el bachillerato de letras.
Después, en mi vida profesional, tuve que trabajar más con números que con las letras, aunque en honor a la verdad llegué a ser especialista en las de cambio.
Cuando una multinacional compró la empresa en que trabajaba, me mandaron a mi casa con un poco menos de sueldo, pero con todo el tiempo para hacer lo que más me gustase, y entonces recordé mis antiguas aficiones.
Me apunté a un taller literario, donde la profesora me mintió cariñosamente para animarme a escribir una novela, porque me decía que los cuentos ya se me habían quedado pequeños para mi edad.
Uno que es demasiado crédulo y propenso a las adulaciones aunque sepa que son gratuitas, me afané en buscar unos personajes con enjundia y una historia interesante que contar.
Durante un periodo aproximado de nueve meses mis personajes y mi historia fueron creciendo en el útero de mi ordenador, con unos efectos similares a los que mi mujer padeció en los embarazos de mis cinco hijos.

Y no es que yo tuviese antojos, es que no había quien me aguantase. Doña Margara, la protagonista de mi historia, que era de carácter agrio, déspota y manipuladora, se apoderó de mi personalidad y todos en mi casa procuraban rehuirme para no tener que padecer mis salidas de tono, mis caprichos y mi mala uva, que no provenía, como yo pensaba, de la influencia de mi personaje, sino de la dificultad de escribir más de una página seguida de mi novela.
Cuando, por fin, di por concluida mi obra, empezó la tarea más difícil. Encontrar alguien que se prestase a leerla. Eran casi doscientas páginas y había que tener valor, o apreciarme mucho, para atreverse a embarcarse en la aventura.
Mientras tanto, iba corrigiendo el estilo, perfilando metáforas, quitando sinalefas, adaptando sinécdoques, evitando aliteraciones, dejando mi novela, en fin, más bonita que “un san luis”.
Encontré, por fin, tres aguerridos voluntarios que se “ofrecieron” a leerla. Se la envié por “e-mail” y esperé paciente su veredicto.
Tres meses después me encontré con uno de ellos que me dijo lo ocupado que estaba, pero que las diez primeras páginas que había leído hasta ahora le habían parecido “muy interesantes” y que ya me contaría cuando terminase de leerla.
Los otros dos, me enviaron un correo a los cinco meses, animándome a presentarla a un premio literario, porque decían, “tiene un depurado estilo, y un argumento que agarra al lector desde la primera a la última página”.
Yo que debía saber que todo lo que decían era mentira, porque ellos habían tardado en leerla casi cinco meses, lo cual decía muy poco de la capacidad de atracción de mi novela, me creí sus palabras y me puse a buscar en internet los premios literarios que había convocados.
Unos se habían pasado de fecha, otros eran sólo para jóvenes menores de 18 años, otro era para mujeres, los más pedían más de 250 páginas, uno exigía que el tema fuese sobre los peligros de la mar océana; pero por fin uno parecía estar convocado a mi medida:
Más de 150 páginas, escrita en español, inédita, tema libre, y me dije: “Esta es la mía”.
Preparé las cinco copias escritas en folios tamaño A4, por una sola cara en letra arial de 12 puntos y doble interlineado, las mandé encuadernar con un sencillo canutillo como indicaban las bases del concurso, me inventé un seudónimo bastante ridículo y mandé el paquete de 5365 gramos de novela, al pueblo de Badajoz donde convocaban, desde hacía catorce años, un premio de novela dedicado a una escritora local que yo no conocía.
Y aquí estoy en la paciente espera de conocer el resultado del Jurado, que para más “inri” no se sabrá hasta mediados del próximo mes de junio, lo cual tiene la ventaja de que me llegaré a olvidar del asunto.
Mi mujer me ha dicho que cuando se conozca el fallo del jurado, podríamos darnos una vuelta por Extremadura para recoger los cinco ejemplares de la novela, porque en las bases del concurso se indica que las obras no premiadas no serán devueltas por correo, sino que hay que recogerlas personalmente o autorizar a otra persona para que lo haga, y las que no se retiren serán destruidas.
Mi mujer dice que así las salvaremos de la destrucción y tendremos un ejemplar para cada hijo.
Cuando volvamos de Extremadura, pensaré si publico la novela en mi blog".

martes, 13 de enero de 2009

E-NANOCUENTO CON IMAGEN



Se incorporó de la cama y encendió un cigarrillo.

El reloj despertador marcaba las dos y cuarenta y tres.

Se volvió, pero a su espalda, ya no estaba ella.

Encima de la mesilla había dejado una nota escrita con rasgos apresurados:

“La próxima vez, procura no dormirte... hasta después...”
Nota del editor: Este pequeño cuentecito ya lo había publicado el día 1 de mayo de 2008, pero sin ilustración.

martes, 23 de diciembre de 2008

OCHO CUENTOS, PEQUEÑITOS, DE NAVIDAD.

UNO:

Una corbata de seda italiana, un frasco de agua de colonia, un cartón de tabaco rubio, un bolígrafo de punta fina y un encendedor recargable, un libro de un escritor desconocido del que se ha hecho una película, una caja de pañuelos y una camisa de manga larga...
-Si, es Papá Nöel, pero no me gustan los regalos y, ademàs, he dejado de fumar...

DOS
-Tres millones cuatrocientos diecinueve mil setecientos veintiocho euros con diecisiete céntimos...
-¿Tanto?
- Es lo que nos ha tocado a la lotería...
-¿Tan poco?




TRES:
-¡Ocho mil ciento tresss...
-¡Dos millones de euuuu..ros!
-Vaya, otro año más teniendo que ir a la oficina...
- No es el tuyo, ¿verdad?
-No, ... si yo no llevo lotería... es por solidarizarme con la mayoría.

CUATRO:

Llegó a la Plaza Mayor y las luces de colores parpadeaban entre repiqueteos de panderetas y olor a castañas asadas. Los abetos amputados de sus bosques lloraban con lágrimas de purpurina y el musgo empezaba a sentir la fría sequedad del asfalto.
La figuritas de barro formaban batallones de pastores en son de paz y rebaños de ovejas “dollys” cansadas de sus pastos de serrín.
Estrellas de cartón forradas de papel de plata se movían en círculo sin marcar ningún camino a los reyes de resina con camellos cargados de ilusiones rotas para los mayores descreídos. Llegó a la Plaza Mayor, pero no reconoció su Navidad.

CINCO:
Su calle era la más importante de la ciudad. Tenía la mayor concentración de joyerías de todo el mundo. Se habían llegado a pagar nueve mil euros el metro cuadrado. Hoy, víspera de Reyes, la afluencia de público colmaba las más optimistas expectativas de todos los comerciantes.
Eran las tres y cuarto de la madrugada y ya solo algunos peatones, cargados de paquetes, corrían hacia los aparcamientos, mientras poco a poco se iban apagando los escaparates y se terminaban de cerrar todas las puertas de las tiendas. Con las manos metidas en los bolsillos de su zamarra miró a un lado y otro de la calle; ya no había nadie.
Sacó los cartones de un rincón, los tendió junto a la puerta de la peletería y se arrebujó en su vieja manta, después de echarse un buen trago de ginebra.
Esta noche, no tardó mucho en dormirse.

SEIS:
Había sido muy creyente toda su vida... ¡No digo más que creyó en los Reyes Magos hasta que se fue a la mili de voluntario al Regimiento Inmemorial número uno!

SIETE:
Papá Nöel le trajo una bicicleta y los Reyes Magos una mochila para ir al colegio. Empezó a darse cuenta de lo poderosos que son los americanos.

OCHO:
Las estrella, en el cielo, tiritaban de calor y, cuando hacía frío, jugaban al escondite.


Y, de aguinaldo, un CUENTO CORAL, a ocho voces mixtas.

Lola Mariné desde su blog “GATOS POR LOS TEJADOS”, nos invitó a participar en la redacción de un pequeño cuento de Navidad. Cada uno aportó unas lineas, y después ella, haciendo una labor de “pasamanería” lo publicó así en el blog:
"Le he hecho algunos retoques, espero que os parezca bien. Tod@s l@s co-autores: Arwen, Martikka, Didac, Thiago, Juan, Manolo, Dianna, y yo (que ya lo tengo, jeje), se llevan como premio este precioso gatito, y por supuesto, también el cuento, que podeis publicar en vuestros blogs o disponer de él como os plazca.¡Gracias a tod@s!"

"Como cada año, la Navidad le cayó encima sin previo aviso; de repente, las calles se habían llenado de luces de colores, la gente caminaba apresurada cargada de paquetes y todos mostraban ese aire feliz que requería el momento.
Pero allí estaba él, con su máscara dorada ocultando su rostro pálido, con la única compañía de un perro harapiento que no ladraba, tan solo miraba pidiendo lo mismo que él: unas monedas para comer caliente esa noche, tan solo esa noche tan especial.
Una figura se destacó de entre la multitud; era una niña de rubios cabellos y sonrisa contagiosa; le tendió su manita y él la cogió entre sus rugosas manos, sintiendo la suavidad y el calor humano que tanto hacía que no sentía.
La niña depositó en su manos una moneda dorada.-Pide un deseo-dijo-, hizo un gesto de despedida y desapareció entre la gente.
Él guardó muy dentro aquel deseo, soñó con la mirada perdida en la multitud que a aquella hora de la tarde se afanaba en los últimos preparativos para aquella noche. Fue entonces cuando de entre la multitud se destacó otra figura, más prosaica, nada infantil, pero igualmente sonriente. No cabía duda, se dirigía hacía él, después de tantos años pasando la noche bajo las luces del ayuntamiento…
—Hola hermano. -dijo el alcalde agachándose a su lado.
Él se quitó la máscara dorada sin creer que estuviera hablándole, llamándole hermano.
¿Cuánto tiempo hacía desde la última vez? ¿Por qué ahora? ¿Por qué esta Navidad? Entonces recordó aquella noche lejana, otra navidad fría y oscura, cuando era todavía un niño, y su padre le explico que no podía alimentarlo a él y a su hermano. Cómo le dio también aquellas cuatro monedas y lo lanzó a la calle, provisto apenas de unos guantes sin dedos y un viejo sombrero de fieltro... el día en que cruzó el cielo aquel cometa.
El alcalde sacó un billete de diez y se lo entregó. En ese momento el flash de una cámara le cegó.
-¿Qué tal he salido?-preguntó el alcalde, mirando al reportero y olvidándose del mendigo.
-Perfecto, Sr. alcalde. Mañana en primera página.
El mendigo, todavía deslumbrado por el flash, se miró a sí mismo y se quedó boquiabierto: ¡Volvía a ser niño! Corrió a la otra esquina de los grandes almacenes, donde estaba Sarita, una niña de seis o siete años de ojos tan grandes como tristes, ofreciendo claveles a los peatones, y le compró todo el ramo.
Con las flores en la mano, volvió donde había dejado al señor alcalde. Ya se habían marchado casi todos; el jefe de policía, le despedía ceremoniosamente tocándose el ala de la gorra, a guisa de saludo. El niño se acercó por detrás y le tiró de la manga de la chaqueta. Un guardia hizo además de apartarle.
Él mirando hacia arriba, le enseñó el ramo de flores...
-Es para su mujer...
El alcalde lo aceptó distraídamente y lo arrojó dentro del vehículo que le aguardaba, sin reconocer en aquel niño al mendigo que se apostaba a diario junto al ayuntamiento. Ya no estaban allí los reporteros para captar el momento.
El chiquillo se sentía feliz. ¡Su deseo se había cumplido! ¡La moneda era mágica! volvía a ser un niño, tenía la oportunidad de arreglar su vida; le habían concedido otra oportunidad...Después de entregar el ramo de flores, volvió en busca de Sarita.— Sara—le dijo—, sé que te has escapado de tu casa, no preguntes como lo sé, pero si no vuelves, tu vida será un fracaso.
Sara, le miró fijamente —: ¿cómo sabes tú eso? dime...
—Yo, sé mucho, créeme...—dijo él—, vamos te acompaño a tu casa.
A veces, la vida da segundas oportunidades y él iba a aprovecharla y también quería que Sarita se salvase.
Cuando estaban llegando a casa de Sarita el niño preguntó:-
Sara, ¿tú también sueñas con un príncipe azul?
-¡Pos claro, como todas!
- ¿Y es así como yo?
- ¡No, que va! ¡Mucho más guapo y alto!
-¡Jo! Pero él no te compra flores...
-Anda, no seas tonto. Dame un beso.
Y el chico la besó. Luego ella le sonrió y le dijo:
-¡Feliz Navidad!
— ¡Feliz Navidad!—respondió alegremente. También él debía regresar a casa y disfrutar junto con su familia de aquel maravilloso regalo que había recibido.
Miró al cielo y sonrió; un cometa surcaba la oscuridad, y él estaba seguro que era un ángel: era aquella niña de rubios cabellos que le ofreció la moneda mágica.
— ¡Vamos, Noel!—le dijo a su perrillo, convertido también en un pequeño y alegre carrocho—tenemos que darnos prisa en llegar a casa: ¡es Nochebuena!"

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MIS EDICIONES MUSICALES

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SENTIRES. Canta Mª Antonia Moya. Edición remasterizada. 2012. Incluye las canciones siguientes:

AVE MARIA

AVE MARIA
De Schubert. Canta María Antonia Moya, acompañada por el Maestro Alcérreca. 2011. Para escucharlo, pinchar en la image.

LA TARARA

LA TARARA
Canta Maria Antonia Moya. Si quieres escuchar la canción, pincha en la imagen

LOS PELEGRINITOS

LOS PELEGRINITOS
La canción de Lorca, cantada por María Antonia Moya, con imágenes de Lucena (Córdoba) Para escuchar la canción pincha en la imagen.

EN EL CAFÉ DE CHINITAS

EN EL CAFÉ DE CHINITAS
La copla de Lorca, cantada por María Antonia Moya, acompañada a la guitarra por Fernando Miguelañez. 1986. Para escuchar la canción, pinchar en la imagen

VERDE, QUE TE QUIERO VERDE

VERDE, QUE TE QUIERO VERDE
Maria Antonia Moya canta el Romance Sonámbulo de Federico García Lorca. Puedes escucharlo pinchando la imagen.

LOS CUATRO MULEROS.

LOS CUATRO MULEROS.
Canta: María Antonia Moya. 1986.Para escucharlo,pinchar en la imagen.

PERFIDIA

PERFIDIA
Canta Maria Antonia Moya, acompañada a la guitarra por Fernando Miguelañez. Año 1986. Para escuchar la canción, pincha en la imagen.

PASODOBLE DE CHINCHÓN

PASODOBLE DE CHINCHÓN
Letra: L.Lezama - Música: Palazón. Canta: María Antonia Moya. 1987Puedes escucharlo pinchando en la imagen

MIS LIBROS DE FICCIÓN. EL AMARGO SABOR DE LAS ROSAS.

MIS LIBROS DE FICCIÓN. EL AMARGO SABOR DE LAS ROSAS.
"El amargo sabor de las rosas" Novela. Marzo de 2017

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ENERO 2020. RELATOS Y CUENTOS..PRÓXIMA EDICIÓN

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"La boda" 1996 -2001. Inédito.Para leer el cuento, pincha en la imagen

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Cuentos de Otoño. 2006. Si quieres leer los cuentos, pulsa en la imagen.

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“Luz del Cielo” y otros relatos con nostalgia. 2019. Proximamente en este blog

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Cuentos de café con leche. Pinchar en la imagen para leer los cuentos.

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"Cuentos amorales" 2005. Inédito. Para leer los cuentos, pincha en la imagen

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LOS VELOS DE LA MEMORIA I. HISTORIA DEL SOLAR

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"Los velos de la memoria". Historia del Solar. Edición restringida de 95 ejemplares. Se presentó el 10.1. 2010.

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Los Velos de la Memoria II. El Amo. Edición digital. 2012.

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"Déjame que te cuente"... 2013. Recopilación. Para leerlo, pinchar en la portada del libro.

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LOS VELOS DE LA MEMORIA III. La Heredera..AÑO 2014.

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