Se incorporó de la cama y encendió un cigarrillo.
El reloj despertador marcaba las dos y cuarenta y tres.
Se volvió, pero a su espalda, ya no estaba ella.
Encima de la mesilla había dejado una nota escrita con rasgos apresurados:
“La próxima vez, procura no dormirte... hasta después...”
Nota del editor: Este pequeño cuentecito ya lo había publicado el día 1 de mayo de 2008, pero sin ilustración.