No, no es dar su opinión, es pontificar. Los grandes gurús de la información están acostumbrados a opinar de todo lo divino y de lo humano. Y además, a que siempre tienen razón, aunque no tengan la razón y no sean razonables. Son, como el Papa, cuando habla ex-cátedra, infalibles.
El otro día, Elisa María Trivino, la alumna con el mejor expediente académico de su promoción, osó disentir en el nombramiento como “alumna ilustre” a Isabel Díaz AYUSO, y lo que es peor, se atrevió a decirlo; y eso, claro, es dar su opinión, y eso solo lo pueden dar Herrera, Quintana, Pastor, Losantos, Ferreras o Vicente Valles, que ellos si pueden opinar, aunque muchas veces nos lo vendan como información.
Pero el señorito andaluz Carlos Herrera ha montado en cólera y ha intentado despellejar a tan atrevida alumna, a la que ha dedicado estas bellas palabras: “"La izquierda del calimocho, la de los niñatos que añoran las checas, que no se sabe de dónde han sacado tanto odio. Allí emergió la futura nueva estrella de Podemos. Se llama Elisa, esta va a ser seguramente algún día reportera de La Sexta porque ha estudiado periodismo. Le dieron la palabra porque es la que mejor nota tiene de su promoción, lo cual te da una idea de cómo es la promoción. Se supone que era la mejor en expresión, una gran futura profesional que no era capaz de hilar un discurso coherente".
Como se ve, ningún argumento para rebatir lo que dijo, ni para justificar el galardón concedido a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, ni sus méritos para merecerlo. ¿Para qué? Solo él está en posesión de la verdad. Su discurso rezuma caridad cristiana, el odio es de los otros; a él le pagan los obispos.
Seguramente está haciendo méritos para que sus patronos le propongan para más altos designios; aunque yo creo que ya ni el Papa está libre de que se cuestionen sus opiniones.
Posiblemente a quien Carlos Herrera, de verdad, añora es a Girolamo Savonarola y a su Santa Inquisición.