La “Cañada de las Matas” de mi Pueblo es un camino muy lejano del casco urbano, por donde apenas si pasa nadie. Si alguien cuando pasa por allí enciende un puro y se lo fuma plácidamente, es posible que no se cruce con nadie que pudiera verle, por lo que probablemente nadie en el pueblo se llegará a enterar de que se ha fumado ese puro.
Porque un puro hay que fumárselo en la plaza, y si es en un día de toros, mejor; así todo el mundo se enterará del acontecimiento, porque eso de fumar puros, y si son habanos, menos; no se hace todos los días.
Los evangelios que son más finos, vienen a decir lo mismo con otras palabras: “Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa”
Es decir, hay que hacer las cosas para que se vean. Y eso lo tenemos todos demasiado claro.
Y si no, podemos darnos una vuelta por las redes sociales y veremos como cada uno muestra “sus encantos” para que sean admirados por los prójimos. Desde las comidas, a los viajes, los trapitos que nos compramos, nuestras mascotas, el corte de pelo que nos hemos hecho, lo monos que estamos poniendo morritos o haciendo la “uve” con los dedos de la mano, cuando no enseñando nuestras vergüenzas con la mayor tranquilidad, y todo esto sin ser conscientes de lo que puede suponer la exposición constante de nuestra intimidad.
Yo solo tengo una cuenta de Facebook, no tengo ni Twitter, ni Instagram, ni otras de las que ni siquiera conozco su nombre; pero me dicen que los jóvenes no se cortan a la hora de enseñar todo lo imaginable, quizás pensando aquello de que los humanos vean lo que se van a comer los gusanos.
Aunque yo hace ya mucho tiempo que dejé de fumar; si algún día quiero fumarme un puro, me compraré un cohiba, me iré a la Cañada de las Matas, me sentaré en un lindazo y disfrutaré del momento, sin importarme para nada que no se llegue a la enterar ninguno de mis paisanos.