Y Cuento numero 10.- Y a Filogonio, por fin, le mandaron a casa.
(Y con este cuento terminan mis “Cuentos del CORONAViRUS”., Sin embargo, hay también muchas otras cosas que ocurrieron en estos tiempos de tribulación, que si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían).
El protagonista de este último cuento, realmente no se llamaba así, pero ya conocéis esta manía mía de poner nombres raros a mis personajes, y además si pusiese su nombre verdadero, seguro que le ibais a reconocer.
El caso es que Filogonio cogió el dichoso “Covid-19”; empezó con dolores de cabeza, fiebre, malestar general, cansancio y dificultades respiratorias; vamos, que acaparaba todos los síntomas , y su hijo, que también se llamaba Filogonio, aunque tampoco era su verdadero nombre, le llevó a las urgencias del hospital.
Dentro del caos reinante, y después de permanecer en la sala de prehospitalizacion número uno, le subieron a planta porque el pobre Filogonio estaba realmente muy perjudicado.
El, que era por naturaleza educado y por educación, afable; no contestaba a las enfermeras, que le trataban con mucho cariño y hasta tuvieron el detalle de aprenderse todas su nombre, a pesar de su originalidad y rareza.
No comía, apenas si podía beber un sorbito de agua, y se iba debilitando por momentos; tanto es así que tuvieron que ponerle unas cuántas botellas de suero para que fuese tirando.
Una noche, cuando ya habían pasado más de quince días desde que llegó, se despertó sobresaltado y por primera vez, en todo ese tiempo, empezó a ser consciente de donde estaba, quien era y que no tenía más remedio que reaccionar para salir de esa situación.
Las malditos pastillas que tanto le costaba tragar, el cariño de las enfermeras y la compañía de su vecino de cama, fueron haciendo su efecto y hasta se animaba a contestar a los Whatsapp que recibía de la familia y amigos con algo más que monosílabos y hasta empezó a permitirse.hacer alguna broma.
Empezó a comer y empezó a cambiar su estado, su ánimo y su percepción de la realidad.
Filogonio, durante estos largos días no era consciente de lo que realmente le estaba pasando, pero tampoco de la angustia de su familia y de sus amigos ( de lo que se enteró mucho después) que no comprendían su estado de apatía y ausencia, que no era normal en su carácter y modo de comportarse,
Y Filogonio, por fin superó la crisis, pero la doctora le dijo que para evitar el contagio de Anesia, su mujer, era mejor que pasase unos días en un Hotel para completar la cuarentena.
Ayer le hicieron el último test de control y hoy, con un poco de suerte, por fin, le van a mandar a casa.
FIN del cuento y de la serie, con la esperanza de que hayáis podido conocer lo que ha estado ocurriendo en este tiempo de pandemia y con el agradecimiento a todos los profesionales, que, no me cansare de repetirlo, han demostrado profesionalidad, altruismo, valor, humanidad y, sobre todo, mucho cariño hacia Filogonio y tantos que fuimos infectados por esa maldición que está arrasando nuestro mundo y nuestras vidas.
Gracias, muchas gracias a todos.