Cuento número 8.- Ursicina se contagia.
A Ursicina; la pobre no tiene la culpa, le puso este nombre el secretario del Ayuntamiento de su pueblo, Huerta del Rey, un pequeño pueblo de la provincia de Burgos de tan solo 1028 habitantes que, entre otras cosas era un poco cachondo y tenía un raro sentido del humor.
Cuando Ursicina salió del pueblo y llegó a la capital, no tuvo más remedio que cambiárselo harta de tener que repetirlo, porque ni Dios lo cogía a la primera.
Y se puso María del Carmen, que poco tenía que ver con el suyo, pero que todos lo entendían a la primera.
Entro en la escuela de enfermería y después de pasar por varios hospitales, terminó trabajando en la segunda planta del Gregorio Marañon, que estaba dedicada a la urología, hasta que llegó la crisis del CORONAViRUS, que prácticamente acaparó toda la actividad del Hospital.
Ella tenía la rara, casi tan rara como su nombre; digo que tenía la rara condición de presentarse voluntaria a todos los trabajos, aunque fuesen los más duros y peligrosos.
Y ocurrió lo que tenía que ocurrir, que Mari Carmen, de la que nadie ya sabía su verdadero nombre, termino contagiándose del maldito virus; y está recluida en su casa; sola, a la espera de recuperarse.
Pero allí, en la soledad de su hogar, anda dando vueltas a la idea de recuperar su verdadero nombre, porque en el fondo está muy orgullosa de llamarse Ursicina.