Otra de las características de los forofos es su necesidad absoluta de tener que decidir por dos o varias opciones. No se puede ser forofo de todos, hablando de la misma actividad. Y eso, en la música y en los toros se puede observar con más precisión.
Hay que elegir entre Mazantini o Guerrita, entre Paquiro o Frascuelo, entre Camino o El Cordobés. entre el Juli o José Tomás, si hablamos de toros, y entre Domingo o Carreras, entre Bisbal o Bustamante o entre la Jurado o la Pantoja, si hablamos de música.
Aunque un forofo puede serlo de varias opciones si hablamos de actividades distintas. Uno puede ser forofo del Atleti, de Fuerza Nueva, de los Adventistas del séptimo día y de José Luis Perales; o del Barça, de Ezquerra Republicana de Cataluña, de los Testigos de Jehová y de José Guardiola; o viceversa.
Y una vez elegido el objeto de tu forofismo, inmediatamente hay que ser acérrimo enemigo del otro. Y en esto han tenido mucha culpa las religiones. Nadie entendería que uno fuese ferviente seguidor de una doctrina y de las otras. Ya se dice en el evangelio: “El que no está conmigo, está contra mí”, o “No se puede servir a Dios y al diablo”.
De ahí lo de las cruzadas y la yihad. Hay que destruir a los enemigos de la fe, que también se dice que “hay que convertir a los infieles”.
Porque otra de las características del forofismo es el proselitismo. Un forofo, como Dios manda, no se conforma con amar, respetar y defender a unos colores, doctrinas o gustar artísticos o comerciales. Hay que convencer a los “otros” que eso es lo mejor. Y paradójicamente esta característica prolifera mucho en el área comercial. Si yo tengo un coche de una marca, es el mejor, y animo a “to quisque” a comprarse uno igual. Un buen forofo hará todo lo necesario para que todos sean de su equipo, adoren a su dios, voten al líder de su partido, compren los discos de su ídolo o vayan a ver a su torero a las Ventas.
En el fondo, es que, como decía en mi primer artículo sobre este asunto, el forofo no tiene demasiado claras las causas de su forofismo, que la mayoría de las veces son irracionales, y por eso necesita apoyarse en los demás para reforzar sus convicciones.