Ahora se está poniendo de moda eso de reclamar disculpas por hechos antiguos, a quienes nada tienen que ver con lo que entonces ocurrió. Otra cosa es exigir arrepentimiento a los que han perpetrado un daño, aunque en estas ocasiones la solicitud de perdón de los infractores está, yo creo, motivada más por los beneficios penales que puedan obtener, que por un verdadero arrepentimiento.
Si, estoy hablando de la polémica creada con motivo del descubrimiento y colonización de America. Creo que ahora pedir disculpas por lo que entonces ocurrió es estéril y en nada va a modificar lo ocurrido. Y quien solicita estas disculpas tendrá motivos, muchas veces electorales políticos, aunque en el fondo sabe que no tiene ninguna repercusión real en lo sucedido, porque ya se sabe que agua pasada no mueve molino.
Otra cosa es, sin embargo, no querer reconocer lo que entonces ocurrió. Poner la colonización de America como ejemplo de buen comportamiento es, como poco, cerrar los ojos a las atrocidades que allí se cometieron.
Cuando se estudia la historia, hay que contemplarla con la perspectiva del tiempo en que ocurrió, y tener en cuenta los valores de aquel tiempo; sin embargo hay que tener en cuenta que la historia oficial siempre la escriben los vencedores, que siempre son los “buenos”
Cuando el Papa Francisco, reconoce que se cometieron “pecados” y en nombre de la Iglesias pide perdón, está asumiendo, como representante de la Iglesia universal los errores cometidos entonces, y eso es encomiable.
Pero como aquí en España somos muy dados a “mantenella y no enmendalla”, hay quien se rasga las vestiduras y “reescribe” la historia, borrando todo lo que les incomoda o no quieren reconocer.
Entre los “conquistadores” hubo buenas personas; pero también muy malas. Hubo gente altruista, creo que poca, y gente egoísta, despiadada y ambiciosa, que buscaba su enriquecimiento y estaban dispuestos a no detenerse ante nada ni nadie, incluidas esas buenas personas que les acompañaban.
Pero ya digo que juzgarlo ahora desde nuestra perspectiva, después de más de cinco siglos, requeriría un ejercicio más profundo que renegar de todo o de enaltecerlo.
Y lo peor es que hay quienes, aprovechando las circunstancias, se atreven a “pontificar” que a los pobres “indios” les liberamos de sus dioses sangrientos, aunque en el nombre del nuestro les sacrificásemos si era necesario. Dicen que les llevamos nuestro idioma, nuestra fe y nuestra civilización, eso sí, aunque nos lo cobráramos a precio de oro, en el más estricto sentido de la palabra.
Digo yo que resulta, que como lo del volcán de La Palma va perdiendo audiencia, que lo del penalti de la final solo da para unos días, había que buscar un tema para evitar que se hablase de temas importantes que nos atañen e interesan a todos, como el precio de la luz, o la deriva a que nos está llevando la señora Ayuso en la sanidad publica.
Y también digo que por esto de la Hispanidad no es cuestión de ir por ahí pidiendo perdón, aunque con lo que está cayendo tampoco hay mucho que celebrar, ni de sentirnos demasiado orgullosos.