Cuentan que Felipe II dijo, cuando le comunicaron la destruccíón de la Armada Invencible, que él no había mandado sus naves a luchar contra los elementos. Y es que hay veces que los elementos mandan y ayer, en Chinchón, un elemento llamado nieve ha trastocado los planes previstos para la presentación de la novela "Los Velos de la memoria"
Muchos de los invitados no pudieron llegar a Chinchón, e incluso algunos tuvieron que marcharse antes de terminar el acto para no verse atascados en la nieve. No obstante, se celebró la presentación para la que la escritora Milagros García Guerrero, que tampoco pudo llegar a Chinchón, envió su escrito (para eso está internet), que decía así:
"Manuel ha sido mi alumno de taller de escritura durante tres años. Tengo que decir que ha sido de los más trabajadores y que no ha habido jamás un solo ejercicio que yo propusiera que él no trajera escrito a la semana siguiente. Por eso, el segundo año, lancé la propuesta de que siguiéramos trabajando el cuento, pero que si alguien se sentía con fuerzas diera el salto a la novela. Por supuesto, Manuel aceptó. No dudé de que lo haría ni en un solo momento. Ya había aparecido en algún cuento suyo los gérmenes de los que luego serían don Nicomedes y doña Margara. En seguida, nos contó la historia y, en seguida también, se puso manos a la obra. Manuel, además de ser ya un escritor experimentando, contaba con otra ventaja: su faceta como historiador que le daba los conocimientos precisos de la trama que quería abordar.
Así que tenía lo imprescindible para poder llevar a buen puerto el proyecto:
- Un pueblo que él conoce muy bien: Chinchón.
- Unos acontecimientos históricos que convulsionan a un país y sacan lo peor y lo mejor de sus gentes: La Guerra Civil.
- Unos personajes redondos a los que es imposible querer, pero a los que se comprende y no queda más remedio que perdonar. He de reconocer que tengo debilidad por dª Margara. No es buena persona, lo sé, pero entiendo su lucha por mantenerse a salvo de maridos, hijos, curas y revolucionarios. Dª. Margara presenta ese carácter que tienen los grandes personajes femeninos de la literatura y del cine. Ella en algún momento, como hizo Escarlata O´Hara, juró, no sé si poniendo a Dios por testigo, o al mismísimo Diablo, que nunca más pasaría hambre y vaya si lo cumplió.
No quiero desvelar nada de la novela, pero sí quiero animaros a leerla. En ella encontraréis la historia real de un pueblo que conocéis bien y, probablemente, de unos personajes que también conocéis bien, pero no, como pensáis, porque son o fueron vuestros vecinos, sino porque vosotros mismos también sois como ellos, también os defenderíais con uñas y dientes cuando la vida os diera un revés, también sois ambiciosos y hasta cobardes y lujuriosos, también lloráis y tenéis sueños. Todos eso encontraréis aquí de la mano de doña Margara y su familia, mientras se oyen de fondo los bombardeos de la Guerra Civil.
Pero cuando hayáis terminado de leer y veáis que os ha gustado, no penséis que es porque las acontecimientos históricos pasaron como pasaron, sino porque detrás de todo este andamiaje que es una novela hay una mano sensata y llena de sensibilidad que ha sabido unir los pedazos y convertirlos es una historia viva más real que la propia realidad.
Quiero, finalmente, dar la enhorabuena a Manuel y decirle lo orgullosa que estoy de él y de su capacidad de trabajo con la que nos ha estado dando una lección constante a lo largo de estos años. Ojalá que Los velos de la memoria no sea lo último que leamos de él".
A continuación, el autor hizo una breve exposición de cómo se había planteado la escritura de la novela, y agradeció la asistencia a todos los presentes que departieron amigablemente mientras degustaban un buen jamón y un buen queso, regado por vino de rioja, mientras contemplaban cómo la nieve iba cubriendo las calles, las plazas y los tejados de Chinchón.
En la fotografía de arriba se pueden ver los efectos de la nevada, anoche, en la plaza de Chinchón; en la que sigue, cómo ha amanecido hoy Chinchón, todo "vestidito de blanco".