Hoy traigo a esta serie dedicada a las poesías que se han hecho con Chinchón como protagonista, ésta que Mateo de las Heras hizo en Agosto de 1947. Nos cuenta el ambiente de una tarde de encierro el día de San Roque. Porque el encierro de las Fiestas patronales se hacía por la tarde.
Mateo de las Heras fue una persona culta que siempre estuvo dispuesto a colaborar en todo lo que se promovía en favor de nuestro pueblo. Fue procurador de los tribunales y trabajó en la fábrica de anisados de su familia, pero también fue un poeta que colaboró en las revistas que sucesivamente se fueron publicando en Chinchón, como “Vida” y “Fuentearriba”, donde nos dejó algunas de sus poesías que después recopiló en un pequeño librito que tituló “Algunas poesías de toda una vida”.
Fue además un gran aficionado a los toros y un íntimo colaborador de Marcial Lalanda y Julio Aparicio en la organización del Festival de Chinchón.
EL ENCIERRO DE SAN ROQUE
Ya bajan los mozos de camisa blanca,
su pañuelo al cuello, al brazo la vara,
bajo las rodillas, las dos correillas
que no se desatan.
Su blusa nueva, ni negra ni larga;
vienen comentando en amena charla
cosas de la fiesta, mientras de su faja
sacan “alcahueses”, garbanzos y pasas
que cada uno adquiere en la misma plaza.
-Es pronto “entavía”, dice con cachaza
cualquiera del grupo, mientra se remanga.
-¿No queréis un trago? -Yo no bebo agua,
voy a echarme un vaso de la Feniciana.
-Dicen que son grandes y de buena planta.
-Cuando den tres vueltas,
veremos si aguantan.
-Venga, daos prisa. -Espera, hombre, -¡Hala!
-¿Ha “pasao” el camino de la Fuente Pata?
-¡Si aguardas a entonces...
cualquiera se aguarda!
-Tú, ¿Donde te quedas? -Si me da la gana
bajo hasta San Roque, y enfrente la tapia
veo dar la vuelta a “toa” la comparsa
que viene delante, y después me agrada
correr tras los toros, en medio las jacas.
Pues yo les espero en esta portada
de enfrente los huertos, hasta su llegada
a la fuentecilla, y entonces, con rabia
arreo “pa alante”... si es que no me apartan.
Me “pae” que no llegas tu donde pensabas.
Ya corre la gente. Se vuelven. Se escapan.
“Ca” vienen derechos.¡Que si vienen!¡Vaya!
Pues aquí me espero contigo...¡Repara
cómo suben esos!... ¡Fíjate en la cara!
¿Te ves tú la tuya?... ¡Venga que nos pasan!
Así los más ágiles, consiguen la entrada,
sin mediar del toro acaso una vara,
a esta bella plaza de Chinchón, que aguarda
entre el griterío y la emoción sana
de un pueblo que aplaude a su gente brava
porque en lo más hondo de su seno entraña
detalles de hombría de la raza hispana.
Chinchón, agosto de 1947
Ilustración: "La Capea" de Manolo Carrasco.