En mi curiosidad por buscar los pueblos más pequeños de España, me he llegado hasta la provincia de Toledo, y allí, cerca de Torrijos, está el que dicen es el pueblo más pequeño, porque solo tiene 4 habitantes, aunque solo 3 están censados allí. Cuentan que si alguno de sus vecinos se encuentra indispuesto tienen que esperar a que alguien llegue de visita para poder jugar la partida de mus.
Es un pueblo tan pequeño que no tiene escuela, ni bares, ni campo de fútbol, aunque sí un cementerio, también pequeño, y cuentan que tuvo una estación de tren, ahora en desuso, porque en sus buenos tiempos llegó a tener casi 250 habitantes, allá por el año 1857.
Se llama Illán de Vacas y tiene un alcalde que se llama Javier Bollaín Renilla, de los Renilla de toda la vida, porque desde las elecciones de 1979, todos los alcaldes pertenecieron a esta familia.
Don Javier denuncia que el Ayuntamiento no tiene Secretario, por lo que no pueden empadronar a los que se llegan al pueblo con intención de hacerlo.
En las fotografías que acompañan al reportaje podréis observar lo difícil que es encontrar a ninguno de sus habitantes.
Y es que en Illán de Vacas tampoco hay niños ni maestro, ni cura, ni médico, ni boticario, pero si tiene una espaciosa iglesia dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, y es su patrona la Virgen de La Paz, que celebrará su fiesta el próximo día 24 de enero, aunque no he podido saber los actos que tienen programados para este año.
Precisamente la imagen de la Virgen de La Paz ha sido restaurada recientemente. La imagen, según dice su restauradora, “Merecía ser rescatada de la indiferencia de su pasado más próximo y del daño del intrusismo profesional, para ser devuelta a su ayer, a su apariencia más recóndita, escondida entre los numerosos estratos de pintura que como sedimentos del paso del tiempo la hubieran escondido esperando a ser legítimamente restaurada por manos profesionales".
En su opinión, "se trata de un claro ejemplo de cómo una magnífica obra de finales del siglo XVI, puede llegar a convertirse en un esperpento” nos cuenta Noemí Sierra. “Un tesoro escondido bajo una apariencia que no se merece. Un auténtico atentado contra nuestro patrimonio”.
Y es que, asegura, "un daño tan enorme puede llevar a convertir una obra de arte en algo sin valor, condenado al olvido y la indiferencia".
Illán de Vacas es un ejemplo más de esa España vaciada que está condenada a ir desapareciendo poco a poco, pero que he querido dejar para la posteridad, en los archivos del Eremita.