Cuento número 4.- María Eduvigis no tiene quien le llame.
María Eduvigis no llegó a la tecnología; en realidad, no llegó a muchas cosas. Apenas si llegó a la escuela y solo pudo aprender a mal leer y, con mucha dificultad a entender algunas pocas cosas de las que leía..
Y tampoco llegó a los pañales desechables y tuvo que lavar a mano toda la ropa de sus siete hijos. Lógicamente tampoco llegó al trabajo que no fuese el penoso de sacar a toda su prole adelante, mientras su marido se tenía que multiplicar en varios pluriempleos para traer algo de comer a casa.
Luego llegaron mejores tiempos; dos de sus hijos entraron a trabajar en la Seat, la mayor entró en El Corte Inglés y las dos pequeñas hicieron magisterio.El Francisco y el Afovinio ayudaban al padre y, ya digo, el hogar iba progresando y hasta pudieron comprar un pisito por San Blas que colmaba sobradamente todas las expectativas de María Eduvigis.
Los hijos se fueron casando y Riquelme, su marido y ella se quedaron solos en aquel piso de cerca de la Cruz de los Caídos, del que ella decía que era ya demasiado grande para ellos dos solos.
Y llegó el CORONAViRUS a esa edad impropia en la que ya no se está para esos ajetreos, y a Riquelme se lo llevaron a las urgencias del Hospital.
Sus hijos la siguen visitando dentro de las restricciones, y tiene cubiertas todas sus necesidades básicas; pero desde hace ya veintitantos días no ha podido hablar con su Riquelme, que también sufre en soledad este aislamiento que no llega a entender del todo.
María Eduvigis está sola en casa y no tiene quien le pueda comunicar con su Riquelme del que nunca en su vida, se había separado más de una semana.