El descrédito se está apoderando de todos nosotros. Los que hasta ahora habían sido un referente de honestidad y las personas que tradicionalmente venían siendo un modelo de conducta intachable empiezan a defraudarnos.
Los escándalos sexuales de Oxfam, la detención de un maestro que durante tres años había violado a una niña, los curas pederastas, los tesoreros ladrones, los padres de la patria que nos daban lecciones de honorabilidad y ahora están en la carcel, están consiguiendo que ya nadie se fíe de nadie. Ya se que no son todos, que alguien debe ser honesto y responsable, pero hay tantos que están acabando con la credibilidad de todos nosotros.
Es posible que nadie pueda tirar la primera piedra y todos tengamos algo que ocultar en nuestras vidas. ¿Quien no ha pagado una factura sin IVA? ¿Quien no ha hecho un favor a un amigo? ¿Quien no se ha equivocado o ha metido la pata en alguna ocasión? Pero no es eso. El problema está cuando un grupo de personas, que han sido elegidas para representar al ciudadano, se organizan para saltarse la ley y lo hacen con la mayor desfachatez y alevosía, amparados en su privilegiada situación y sustentados por el poder que ellos mismos ostentan.
Un juez dictamina que el Partido Popular se ha financiado ilegalmente; pero esos son cosas del pasado, el PSOE tiene sus “Eres” en Andalucía, Podemos se financió en Venezuela y Ciudadanos también hizo trampas según el Tribunal de Cuentas. La cuestión es hacer llegar a los votantes que todos son peores.
Y lo malo de todo esto es que los votantes tradicionales de cada partido siguen dispuestos a seguir votándolos, a pesar de todo y a pesar de lo que digan los jueces. Es curioso que cuando se destapan estos escándalos, los afectados hablan de la presunción de inocencia y dicen que hay que esperar a que hable la Justicia, y cuando sale el veredicto condenatorio, después de muchos años, entonces dicen que, políticamente, el asunto está amortizado porque los autores, pasado el tiempo, ya no están en el partido.
Después de todo lo que nos estamos enterando por las declaraciones de los “arrepentidos”, ¿alguien puede tener alguna duda de que Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy y los demás mandamases de los partidos, no sabían lo que estaba ocurriendo?
Yo todavía pienso que hay gente honesta que está dispuesta a colaborar en la gobernación de los pueblos; estamos a poco más de un año para las nuevas elecciones municipales; habrá que animar a que estas personas se decidan a presentarse y no hacer caso de los que nos digan que todos son iguales; porque no es cierto. No todos son iguales. Unos ya han demostrado lo que son capaces de hacer y todos lo sabemos; a los que vienen, al menos, debemos ofrecerles el beneficio de la duda y con un poco de suerte, podemos encontrar al hombre honrado, nuestro Noé, que nos pueda salvar del diluvio universal.