Vista de la Alhambra desde el Albaicín. (Foto m.carrasco.)
Eduardo Carretero Martín, nació
en Granada el día 13 de enero de 1920.
Su madre, Ángela Martín Quero,
era maestra y de familia granadina. Su padre,
Isidoro Carretero Ferre, provenía de Ohanes (Almería) al igual que su primo el
gran escultor Cristóbal González Quesada, y era dueño de una tienda de telas en
la calle Zacatín, lo que les proporcionaba una economía saneada, y eran una de
las pocas familias que tenía automóvil en aquella época. La tienda se
encontraba muy cerca de su casa, en el número 31 de la misma calle.
En aquellas calles, compartió los
primeros juegos con los amigos del barrio, bajo el emparrado de la “placita de
las uvas” como ellos llamaban a la pequeña plaza entre la Alcaicería y la calle
de Oficios, muy cerca de la Capilla Real de la Catedral de Granada.
Plaza de Big-Rambla en Granada. (Foto m.carrasco.)
Su primer colegio fue el
Calderón; después cursó estudios en el colegio de los Padres Escolapios hasta
que hizo la primera comunión y más tarde ingresaría en la Abadía del Sacro
Monte como alumno interno.
Su abuelo paterno le inició en
el dibujo. En las horas que Eduardo
pasaba en la tienda, iba copiando los dibujos que su abuelo le hacía en el
papel de envolver.
A los catorce años marcha con su
tía a los Olmos, una cortijada entre Caniles y Almería, donde ella desempeñaba
labores como maestra y allí comienza a realizar sus primeras figuras de barro y
descubrió la sencilla vida del campo.
De vuelta a Granada, viviendo ya
en la calle San Isidro, conoce a Rodríguez Valdivielso, los hermanos Angel
y Paco Carretero y Antonio Navarro, con los que montan un pequeño estudio donde
comienzan sus actividades artísticas.
Con Valdivielso empieza a asistir
a las clases de la escuela de Artes y Oficios y, años después, con él marcharía a Madrid en busca de una
salida profesional después de la Guerra Civil.
Las primeras clases de modelado
las recibió del escultor Molina de Haro y a esta época (1935) pertenece su
primer retrato por el que cobró cinco duros y del que guarda un documento
gráfico ya que el retratado insistió en que antes de pagarle tendría que posar
con él y su busto. Hay que reseñar que esta cantidad era de cierta importancia,
ya que el sueldo diario de un trabajador adulto estaba fijado en cinco pesetas.
Primer retrato efectuado por Eduardo Carretero cuando tenía 15 años. 1935.
Colaboró con el escultor Pablo
Loyzaga, un magnífico escultor granadino, injustamente olvidado, del que guarda un gran recuerdo y admiración
por su trabajo.
En la Escuela de Artes y Oficios
de Granada tuvo como maestro de talla en madera al profesor Cuesta, que había
trabajado en Cuba con los jesuitas, y en
escultura en piedra el profesor Navas Parejo, del que no guarda tan gratos
recuerdos.
Calle de la Alcaicería, lugar de sus juegos infantiles. (FOTO M.CARRASCO)
Mucho antes, en casa de su
abuela, había admirado los pequeños bustos que había realizado su tío Juan
Cristóbal, que ella guardaba en un aparador y que fueron, sin duda, las
primeras referencias escultóricas que pudieron ser el detonante de su futuro
artístico. Estas pequeñas estatuillas le sirvieron de modelo para aprender el
oficio.