En una de las últimas entradas publicadas de este blog, cuando hablaba de evolución, prometí tratar el tema de la memoria histórica. Vemos a diario que no paran de publicarse libros y novelas que tratan o se desarrollan durante la república, la guerra civil y el franquismo. Yo mismo ubiqué mi novela “Los velos de la memoria” en este período de tiempo. Por lo tanto no podemos decir que no se esté recordando lo que ocurrió en aquellos años.
Si nos dedicásemos a leer todo lo que se ha publicado nos encontraríamos con versiónes diametralmente opuestas de lo que ocurrió. Todos decimos que somos imparciales y objetivos, y posiblemente sea verdad, porque cada uno contamos una parte de lo ocurrido. La realidad, por lo tanto, sería la suma de todas las partes, desdeñando algunas “ocurrencias” salidas de mentes calenturientas, como la de sugerir que José Antonio Primo de Rivera fue un agente soviético.
Y yo pienso que es bueno recordar todo esto, porque es el único medio de no volver a caer en lo mismo. En lo que ya no estoy tan de acuerdo es que cada uno pretenda ostentar toda la verdad y demonizar a los contrarios sin admitir los errores y horrores propios.
Dice Paul Preston que en la zona nacional se cometieron el triple de actos violentos que en la zona republicana, y dice también que hay evidencias de que Santiago Carrillo conoció y permitió lo de los fusilamientos de Paracuellos. Pues es bueno que todo esto se documente y se admita, para poder cerrar definitivamente esa página horrible de nuestra historia.
Y también es necesario que cada uno pueda buscar los datos y los cuerpos de sus antepasados desaparecidos, sólo sobre esa base es posible el olvido. Un olvido que es necesario para la convivencia en una sociedad plural, civilizada y democrática...
Estoy pensando que en ésto es donde radica la dificultad. A nuestra sociedad le falta todavía bastante para poder aplicar estos calificativos.
Viendo cómo los hinchas del Madrid y Barcelona llegan a los insultos más soeces y a las amenazas más viles en aras de su rivalidad deportiva, a pesar de estar formadas estas aficiones por personas sensatas y educadas cuando no hablan de fútbol; me hace dudar de la posibilidad de entendimiento entre adversarios políticos cuando se trata de temas tan sensibles como lo es la memoria histórica. Y por si hubiese alguna posibilitad de conseguirlo, ya se encargan los profetas de ambos extremos de enervar los ánimos para que esto no llegue a ocurrir.
Hay otros terrorismos, que no son de ETA ni de Al quaeda.