En la jornada del proyecto "Phinachi" celebrada el día 29 de octubre, se presentaron distintas ponencias, que serán publicadas en su día, por la Universidad Autónoma.
En tanto se produce esta publicación, os ofrezco el texto íntegro de la presentada por D. Manuel Carrasco Moreno, bajo el título “Contribución de la Sociedad de Cosecheros al Patrimonio histórico inmueble de Chinchón”.
"Quiero en primer lugar, agradecer a la doctora D.ª Concepción Mendo Carmona, Directora del proyecto PHINACHI, que me haya invitado a participar en esta "Jornada dedicada al Patrimonio Inmueble de Chinchón y a su documentación", lo que representa para mí un honor y una gran satisfacción.
Sin duda que el motivo de esta invitación está en mis trabajos de investigación sobre diversos temas relacionados con el patrimonio inmueble de Chinchón, como el trabajo “Piedras con Historia” que fue premiado en el primer Concurso de investigación sobre Chinchón y su entorno, celebrado en el año 2005. En ese trabajo, hacía un recorrido por los distintos monumentos de nuestro pueblo, como la iglesia, las distintas ermitas, el castillo, la torre, etc. Etc.
Pero sin duda, mi trabajo más original, es el que realicé sobre la Sociedad de Cosecheros de Vino, vinagre y aguardiente de Chinchón, que publiqué en el año 2004, con el título de “La Mojona”, que recogía la historia de esta Sociedad, entre cuyos méritos estaba su importantísima contribución a las infraestructuras urbanas y al patrimonio inmueble de Chinchón, representados de forma primordial por la construcción del Teatro “Lope de Vega”, donde nos encontramos, que es, sin ningún género de dudas, el monumento más moderno que ha entrado a formar parte del importante patrimonio histórico de nuestro pueblo.
Por eso, pensamos que mi aportación debería de centrarse en la “Contribución de la Sociedad de Cosecheros al Patrimonio histórico inmueble de Chinchón”. Y este es, precisamente, el título de mi ponencia.
Esta Sociedad es suficientemente conocida por los chinchonenses, pero para todos los demás, creo que sería conveniente hacer una breve reseña de su historia que está llena de anécdotas y curiosidades, que pienso les pueden interesar.
La Sociedad de Cosecheros de Vino, Vinagre y Aguardiente de Chinchón, también conocida como la Mojona, se fundó en el año 1853 y fue liquidada en el año 1938, en plena guerra civil. Fueron 85 años en los que esta organización tuvo una importancia decisiva en todos los ámbitos de la vida de Chinchón.
La influencia de esta Sociedad fue fundamental en lo político, en lo económico, en lo social, en lo cultural y también en la promoción de obras de infraestructura de Chinchón, que es el aspecto en el que hoy nos vamos a fijar, para encuadrarlo dentro de esta jornada en la que se va a incidir en la documentación sobre los edificios y monumentos de Chinchón.
Lo primero que hay que reseñar es que la Mojona era la Sociedad que reunía a todos los cosecheros de vino, vinagre y aguardiente de Chinchón, y que su finalidad era la de organizar su actividad y defender sus intereses. Pero desde su nacimiento tuvo que hacerse cargo del servicio de medida de líquidos, que hasta entonces era un arbitrio del Ayuntamiento, que recibía el nombre de "mojona".
Por aquellos años, el servicio de pesado y medida de las mercancías, imprescindible para el comercio, representaba un verdadero problema en las ventas al por mayor; muy especialmente en la medida de los líquidos, ya que no se disponía de medios para efectuar pesajes a gran escala como ahora se consigue con las básculas, y los odres, tinas o corambres empleados para su traslado no eran de una capacidad uniforme.
Además de los servicios por la medida de los líquidos, se prestaba el de la descarga de los toneles vacíos y la carga una vez llenos, cuyo coste debía pagar el comprador, generalmente representado por el arriero que se encargaba de transportarlos.
El hecho es que la Sociedad de Cosecheros obtenía unos beneficios importantes que pudo emplear en colaborar de forma determinante con el Ayuntamiento para mejorar las infraestructuras del pueblo o dicho, como se recogía en sus estatutos, "colaborar activamente en las obras de utilidad pública".
Sin ánimo de ser exhaustivo, reseñar que la Sociedad de Cosecheros, durante toda su existencia colaboró activamente en obras de carácter social, asistencial, y cultural, además de las obras de infraestructuras, de las que hablaré más adelante.
Colaboró con el Ayuntamiento en atender a los necesitados en épocas de epidemias y enfermedades, participó en la "redención de los quintos", consiguiendo evitar que los jóvenes de Chinchón tuvieran que cumplir con el servicio militar, que en aquellos tiempos duraba una media de tres años.
Contribuyó a la construcción del Ferrocarril del Tajuña, que llegó a Chinchón a finales del mes de julio del año 1902, y que representaba un avance importantísimo en la promoción comercial de los productos del pueblo, entre los que destacaban el vino, el vinagre y el aguardiente.
Uno de los bienes más preciados para un pueblo es el suministro de agua potable. Y a este cometido dedicó la Sociedad de Cosecheros muchos de sus recursos. Se ocupó de sanear y canalizar una gran cantidad de fuentes y manantiales, tanto en el pueblo como en los alrededores, que representaban una de las mayores riquezas del pueblo. Podemos destacar la Fuente de Arriba y la fuente del Pilar en la Plaza, la Fuentecilla en la calle de los Huertos, las Fuentes de Valdezarza, Valquejigoso y la Fuente Pata, muchas de las cuales han llegado hasta nuestros días.
Las obras de canalización y acondicionamiento de estas fuentes se acometieron muy pronto y se realizaron en el período de 1853 a 1896; posiblemente porque estas obras no tenían un coste demasiado elevado y por el beneficio inmediato que suponía para el pueblo, aunque no disponemos de datos documentados de la mayoría de estas obras.
Y finalmente, participó en la traída del agua corriente a Chinchón desde Valdeliceda, que representó un hito de vital importancia para la modernización del pueblo, sufragando una tercera parte de los gastos que ocasionaron los estudios previos para buscar las aguas, pagando las otras dos partes el propio Ayuntamiento y la Alcoholera de Chinchón. Después de construida la zanja desde el manantial hasta el pueblo, el agua corriente llegó a Chinchón el día 15 de mayo de 1934, festividad de San Isidro Labrador.
Dentro del área cultural, la Sociedad de Cosechero construyó en el año 1864 un aula de 140 m2 de superficie, que entonces fue considerada como la mejor de la provincia.
Pero sin duda, donde más destacó la participación de la Sociedad de Cosecheros fue en la construcción de obras de infraestructura. Y de alguna manera era lógico, ya que en aquel tiempo los caminos eran prácticamente intransitables y la falta de puentes hacía difícil el traslado de las mercancías hasta los mercados, principalmente al de Madrid.
Desde el año 1843 hasta 1853 se había construido del camino desde Chinchón hasta el puente de Arganda donde se había terminado de construir el nuevo puente sobre el río Jarama. La Sociedad de Cosecheros, al marcar los fines altruistas de la Sociedad, como era dedicar los beneficios a obras de pública necesidad o utilidad y calamidades extraordinarias de la población, sin duda pensaban en dar prioridad a la construcción y mantenimiento de carreteras, caminos y calles que facilitase el transporte de sus productos.
Así, arreglan los caminos de San Galindo, de San Juan, el Camino de las Cárcavas, San Millán, el Retamar, etc., etc. Pero también arreglan o construyen los cuatro puentes sobre el rió Tajuña, el Puentes de Heza, de Casasola, el del Molincaído que fue construido en el año 1840 y el Puente de San Galindo en el año 1864.
La peculiar morfología de las calles de Chinchón ofrece, aún hoy, al visitante un conjunto de gran atractivo estético, pero tenemos suficientes testimonios sobre las dificultades que ocasionaban a los que tenían que transitarlas a mediados del siglo XIX.
La accidentada topografía de gran parte de la población tenía calles en las que, para salvar sus pronunciadas pendientes, se habían utilizado escalones, que dificultaba su tránsito por caballería y carruajes, y tenían un antiguo e incómodo empedrado, con sucios arroyos por el centro, obras en su mayoría de los siglos XVII y XVIII.
Después, durante los 85 años de existencia, fueron reformadas prácticamente todas las calles del pueblo, procurando habilitarlas para ser transitadas por los carros y posteriormente por los camiones que empezaban a utilizarse para el transporte de las mercancías.
Dentro del proyecto de urbanización del pueblo era de suma importancia el alcantarillado, y así, en la junta de 3 de mayo de 1925, se dio cuenta de un proyecto de la Junta Administrativa referente a "Construir una bóveda en la calle Grande, en el trozo comprendido desde el Barranco a la calle de Carpinteros para recoger las aguas de dicha calle y las que a la misma afluyen de otras varias y que desaparezca el arroyo que hoy existe, con lo cual ese trozo quedará como el resto de la calle, exponiendo que la obra tendría un coste de siete mil ochocientas setenta y cinco pesetas."
Por lo que se puede deducir de la lectura de las actas de la Sociedad, las obras se iban realizando a propuesta de los propios socios o a petición del Ayuntamiento y su ritmo estaba determinado por la situación económica de la propia Sociedad y, en ocasiones, intentando paliar la carencia de trabajo en el pueblo, ya que con estas obras se ocupaba a los jornaleros que no tenían trabajo cuando terminaban las campañas agrícolas.
Y para terminar este apartado, vamos a ver cómo también la Sociedad de Cosecheros participaba en el alumbrado de Chinchón. En el año 1898 llegó la luz eléctrica a Chinchón y, a partir de esa fecha y, por lo menos hasta el año 1915, pagó 3.300 pesetas anuales, por el consumo del alumbrado de las plazas y calles de Chinchón.
Esta cantidad era similar a la que antes pagaba por el coste del mantenimiento del alumbrado público. Como curiosidad, En el año 1893 se recoge como gastos la compra de 96 cajas de petróleo, 1.000 tubos y porte de los mismos, sueldo del depositario del petróleo, y pago a los serenos por cuidar del alumbrado durante todo el año. El importe total por todos los conceptos ascendía a 2.264,50 pesetas, y este gasto se repite, aproximadamente, en todos los años de que disponemos información, hasta la llegada de la luz eléctrica.
Comentadas sucintamente todas estas obras que realizó la Sociedad de Cosecheros, hay que dejar constancia que también la Sociedad de Cosecheros logró formar un importante patrimonio en fincas rústicas y urbanas. Entre las primeras, cabe destacar la compra de la laguna de San Juan, finca que había sido expropiada en la Desamortización de Mendizabal, y entre las segundas, hay que destacar el edificio que fue Casa Cuartel de la Guardia Civil en la calle de los Huertos número 10. A esta casa se unió, muchos años después, la que le lindaba con el número 12, y que era conocida como la "casa de la marquesa", pues era propiedad de doña Mercedes Patiño, marquesa de Cusano; y en el terreno que ambas ocupaban están hoy las dependencias municipales de la Biblioteca, Archivo Municipal, Sede de los Agricultores, Hogar del pensionista, oficinas del Juzgado de Paz y Ambulatorio de la Seguridad Social.
También adquirieron una casa en la calle del Paje, y un solar llamado "El Huesario", que, como su nombre indica, era en lugar de enterramiento junto a la antigua iglesia de Santa María de Gracia, y que estaba aneja a la actual torre del reloj. La compra de este solar no se debió a motivos económicos, sino más bien a motivos religiosos y devotos. Los miembros de la Sociedad de Cosecheros no querían que el solar en que habían sido enterrados sus mayores se pudiese edificar y de alguna forma fuese profanado.
La construcción del teatro la iniciaron varias personas particulares que habían comprado a la condesa de Chinchón una parte del terrero que había sido solar del antiguo palacio de los Condes.
Ante las dificultades que estos vecinos estaban teniendo para continuar con las obras, la Sociedad de Cosecheros acuerda asumir esta obra porque consideraron que iba a representar un gran empuje en la vida cultural y social para el pueblo. Se pagan las 12.500 pesetas que habían invertido hasta entonces los primeros promotores y se continúan las obras.
El proyecto se había encargado a un joven arquitecto, que tenía una gran proyección en la Capital: Fernando Arbós, que después fue el autor de edificios tan conocidos como la Casa de las Alhajas de Caja de Madrid, el Panteón de hombres ilustres de Atocha, la primera ampliación del Museo del Prado, la iglesia de San Manuel y San Benito junto al Retiro, y el Casino de Madrid.
Sin embargo, al construirse el teatro, los encargados de realizar las obras no se atuvieron al proyecto original, por lo que los resultados no fueron los esperados, ya que su aforo fue menor y algunas localidades no quedaron en las condiciones óptimas. El coste total de la obra civil del edificio alcanzó la suma de 47.287 pesetas.
Se contrató la decoración al escenógrafo y pintor Luis Muriel, que cobró la cantidad de 2.375 pesetas y nos dejó unas pinturas en el techo y paredes en las que se representaban, al que después sería Premio Nóbel de Literatura, José Echegaray, y al periodista y literato Enrique Segovia Rocaberti, que era natural de Chinchón, y que había muerto en Pinto, el año anterior, a la temprana edad de 37 años. (Sin embargo, conviene aclarar que este retrato lo debió realizar sin conocerle ya que representa a una persona mucho mayor, sin parecido real con nuestro paisano, según testimonio de un descendiente suyo)
También fue el autor del espléndido telón de boca, recientemente restaurado, que nos muestra una panorámica de la plaza Mayor de Chinchón, vista desde uno de los balcones de la plaza. En él se representan dos figuras femeninas, una alada y con una corona de laurel y una trompeta en la mano que representa a la Fama, y otra que se vuelve hacia la plaza levantando la mano izquierda con una corona de laurel y cintas con los colores de la República Francesa y que sostiene con la otra un diploma. Alude, claramente, a los galardones logrados por miembros de la Sociedad de Cosecheros para sus productos de aguardientes anisados, en la Exposición universal de París en 1889.
Hay que reseñar que la panorámica de Chinchón que se puede contemplar en el telón de boca, está realizada en el año 1890-91, es decir, hace ciento veinte años, y la silueta del pueblo coincide prácticamente con la actual, lo que supone que la transformación de Chinchón durante este largo período de tiempo ha sido muy pequeña y que los cambios han sido respetuosos con la estética del pueblo.
El teatro se inaugura el día 19 de noviembre de 1891, lo que representa un extraordinario acontecimiento cultural para la sociedad de Chinchón. Para esa noche se preparó una representación culta, dedicada a la música. La Compañía dirigida por Antonio M. Acevedo, y con la primera tiple Carmen Cros, interpretan: La tempestad, Jugar con fuego, Campanone, El anillo de hierro, Los Magiares, Marina, y otras obras escogidas.
Los miembros de la Junta Administrativa de la Sociedad de Cosecheros, la mayoría de ellos pertenecientes a la elite social del pueblo, y sin una actividad laboral que les obligase a una dedicación diaria y permanente, tienen tiempo para dedicarlo a planificar y organizar las actividades de la Sociedad y para marcar unos objetivos que no se queden en lo puramente económico.
Cuando conocieron el proyecto de la construcción de un teatro, en el que se habían embarcado algunas personas particulares, posiblemente alguno de ellos compañeros suyos, acuerdan asumir este proyecto que les iba a dar prestigio en el campo cultural y social del pueblo.
Desde ese momento, el teatro va a ser el centro de una gran actividad cultura y teatral que se va a desarrollar en Chinchón hasta nuestros días. Durante todas las épocas se han ido representando obras teatrales y musicales por grupos de aficionados, teniendo que destacar la labor que hizo el maestro Patricio Peco, tanto en la dirección musical de las representaciones como en la enseñanza de música a los jóvenes de Chinchón.
El teatro, a finales del siglo XIX y principios del XX, era también utilizado como salón de baile, para lo cual se retiraban las butacas del centro de la sala.
En resumen, la Sociedad de Cosecheros, al construir el Teatro Lope de Vega, iba a ser el eje cultural del pueblo, primero facilitando la llegada de compañías profesionales que traían las novedades dramáticas, segundo convirtiéndolo en una sala de cine donde poder admirar el nuevo arte cinematográfico y, por último, ofreciendo a los aficionados de Chinchón un magnífico escenario donde desarrollar sus aficiones artísticas.
Pero la Sociedad de Cosecheros fue mucho más. Durante un largo período de ochenta y cinco años fue la referencia de toda la vida social, económica, cultural y política de Chinchón, y con su actuación marcó el carácter de todo un pueblo; carácter que ha trascendido a su existencia y ha perdurado en el tiempo.
Los hombres que durante ese largo período de nuestra historia dirigieron esta organización, eran personas de unas convicciones políticas y sociales muy conservadoras, pero también con una visión de futuro que les hizo adelantarse a los acontecimientos que se estaban produciendo en todo el mundo. La lucha de clases, que iba a tener una influencia decisiva en la historia social y política de todo este tiempo, tuvo poca repercusión en Chinchón, porque las circunstancias sociales y económicas del pueblo habían sido modificadas significativamente por su actuación.
Y el Teatro "Lope de Vega" de Chinchón puede considerarse el emblema de esta Sociedad, ya que en el mismo confluyen algunos de los distintos aspectos que animaron a los fundadores de la Sociedad de Cosecheros: la creación de riqueza y la promoción cultural y social del pueblo.
Aún hoy, si paseamos por las calles, plaza y campos de Chinchón o visitamos el Teatro, encontraremos las letras "S.D.C." (Sociedad de Cosecheros) como símbolo de lo que fue y representó esta Sociedad para nuestro pueblo, letras que también han quedado grabadas para siempre en la propia historia de Chinchón.
Gracias. Muchas Gracias."