Ya os he hablado de la extraordinaria oferta gastronómica que hay en Denia. Dejando aparte las estrellas Michelín de Quique Dacosta, podemos destacar, entre otros muchos, el Faralló, Panterri, la Casa del Arros, el Rasset, Primera Linea, Els Tomassets, La Seu, Casa Federico, el tradicional Restaurante Fernando, que ha sido remozado este año, incluso el Bar de Aitana donde Chimo nos va a ofrecer el pescado más fresco de la Lonja, recién traído la tarde anterior por los pescadores.
Pero hoy quiero comentaros un sitio diferente. Es el Baret de Miquel Ruiz, un restaurador de prestigio que llegó a tener una estrella Michelín y que ha querido volver a sus orígenes para montar un bar de pueblo.
Aquí te vas a encontrar con una decoración nada convencional. Sencilla y abigarrada, intentado mezclar detalles rebuscados y utensilios que parecen recién sacados de un desván. Pero que consigue ofrecer un ambiente acogedor donde te sientes a gusto, y donde Miquel, su mujer y su hijo, hacen sentirte como en casa.
Y es que aquí, en el Baret de Miguel el decorado es un elemento circunstancial, porque lo verdaderamente importante es la comida que te ofrecen. Es comida para compartir, tapas más que platos, pero confeccionados con esmero y con una técnica depurada.
Es una lástima que el sabor no se pueda trasmitir en una crónica. Os tendréis que conformar con las fotografías de estos platos. No obstante se pueden intuir las texturas que prometen la sinfonía de sabores que puedes saborear. Sin ánimo de agotar todas las posibilidades, os comento lo que nosotros tomamos el otro día: Las patatas con crema de berberechos que son el detalle de la casa, el pastisset de foie de oca con boniato, un figatell de sepia a modo de hamburguesa, un crujiente de queso de cabra con verduras y jamón, una coca de verduras con melva y para terminar una tarta de manzana, que nadie se debe perder.
Después Miquel, cuando ha terminado en la cocina, gusta de saludar a sus clientes y departir un rato con ellos. Terminas sintiéndote como en casa.
Pero ya digo que la mayoría de todos estos detalles no se pueden trasmitir en una crónica, tan solo aconsejaros que si os dais una vuelta por Denia, en el número uno del Carrer del Historiador Palau, tenéis una parada obligada.