RAFA NADAL
REAL MADRID
EL EREMITA
La vida de los castillos de Chinchón fue siempre muy azarosa y solo durante cortos periodos de tiempo pudieron mostrar su esplendor. El castillo de Casasola que construyera Juan Contreras, allá por el lejano siglo XIV, vivió los enfrentamientos de sus señores con los pobladores de su entorno y hasta los Reyes Católicos ordenaron la detención de Vasco de Contreras el hijo del fundador. Muchos años después, en el año 1874 sirvió de refugio para los políticos que lograron la restauración monárquica de Alfonso XII. Ahora muestra su estado casi ruinoso que apenas si sugiere su perdida prestancia.
El castillo de los Condes tampoco se libró de sucesivas destrucciones y solo a finales del siglo XV, cuando lo construyeron los primeros Señores de Chinchón, debió mostrar su elegante construcción, cuando, según dicen, allí recibió doña Beatriz de Bobadilla al mismísimo Cristóbal Colón, que le pedía su mediación para llegar a Isabel la Católica.
Luego llegaron los comuneros, la guerra de sucesión, la guerra de la Independencia, los incendios y el saqueo y lo dejaron en el lamentable estado que muestran las imágenes, hasta que en el siglo pasado se hicieron algunas reformas para convertirlo en fábrica de anisados y restaurante. En la actualidad es prestigioso escenario para películas y series televisivas, en espera de encontrarle un destino más acorde con su valor histórico.
En Chinchón, cuando se dice “la plaza”, no hace falta añadir “mayor” para saber que nos estamos refiriendo a “nuestra plaza”; porque todas las demás plazas del pueblo, son plazuelas; en diminutivo. Está la plazuela del Pozo, la de Santillán, la de Galaz, la de San Roque, la de San Antón (aunque a estas dos ultimas, a veces, se les da el tratamiento de plaza); y está la Plazuela de Palacio, a la que se le ha quitado “el palacio” y está si, es la verdadera plazuela de Chinchón.
Para quien no conozca Chinchón, en la Plazuela, está la Iglesia de la Asunción, la torre de la antigua iglesia de Santa Maria de Gracia que destruyeran los franceses, y el Teatro Lope de Vega, donde estuviera el Palacio de los Condes, de donde recibe en nombre.
Y desde la citarilla de la plazuela se puede ver la mejor vista panorámica de Chinchón, con la plaza, el parador, la casa de la cadena, la ermita de San Roque, el convento de las madres clarisas, y arriba, el castillo de los Condes, ahora semederruido, y que se decía en sus tiempos que estaba a una distancia de dos tiros de ballesta.
Ahora la plazuela es un sitio visitado por los turistas cuando acuden a los monumentos que allí se encuentran, pero a mediados del siglo pasado era un centro de reunión para los chinchonenses, que competía con la mismísima plaza en los fines de semana.
Además de la atracción de las misas, estaba el cine, que los domingos ofrecía tres sesiones, con lo que la plazuela estaba muy concurrida los domingos por la tarde.
En verano se montaban unos quioscos de bebidas y hasta una casera de tiro al blanco. Y estaba el kiosco a la puerta del teatro que regentaba la Fernanda, con el atractivo nombre de “El Ventisquero”, donde te podías tomar un refresco antes de entrar al cine, o en el descanso de la película, porque el ambigu del teatro, que estaba en el “principal”, era muy pequeño y no podían atender a todos los clientes en el poco tiempo que duraba el descanso.
La citarilla era también el lugar de citas de los enamorados al anochecer y el "balcón de las lagartijas" desde donde ver las corridas de toros en la plaza, sin pasar por la taquilla, y es seguro que don José Manuel de Lapuerta, se inspiró allí cuando escribió:
Al fondo, la alfombra verde
de los olivos dormidos.
Al lado, la blanca nota
del polvo sobre el camino.
El polvo seco no duerme
como duermen los olivos;
cuando le surcan los carros
rompen su sueño tranquilo.
Y tú, Chinchón de Castilla,
no dormirás en mi olvido,
tu recuerdo es como el polvo
que levanto en mi camino.
Y vuelvo a vivir de nuevo
todo lo que en ti he vivido
andando caminos blancos
a los pies de tu castillo.
Hay una fuerza que une
mi destino a tu destino
¿Porqué me estarás tan lejos
cuando estás siempre conmigo?
Sin duda, es el anís uno de los productos más emblemáticos de nuestro pueblo; tanto que Chinchón ha suplantado en ocasiones al propio producto:
- “Póngame un Chinchón”
En la fotografía vemos las instalaciones de la antigua fábrica de la Alcoholera en La Ronda de Mediodía de Chinchón, antes de que la fábrica se trasladase a su actual ubicación en el año 1979.
La Alcoholera había sido fundada en el año 1911 por la Sociedad de Cosecheros de Vino, Vinagre y Aguardiente de Chinchón, la célebre “Mojona”, y posiblemente la primera imagen de su antigua fábrica la podemos encontrar en un precioso dibujo del año 1916, en el pergamino del nombramiento de don Joaquín Ruiz Jiménez como hijo adoptivo de Chinchón; en el que se puede apreciar la emblemática chimenea que aún pervive y da nombre a una urbanización construida en el solar de la fábrica.
Parece que fue ayer, pero los trámites para la construcción del Parador de Turismo se Chinchón se remontan a los 53 años.
Efectivamente, en el Boletín Oficial del Estado nº 140, el jueves día 12 de junio de 1969, se incluye el decreto 1127/1969, que en su apartado a) del artículo primero, se acuerda la construcción de los Paradores Nacional de Calahorra, en la provincia de Logroño, Fuentes Carrionas, en la de Palencia; Argomániz, en la de Álava; Sos del Rey Católico, en la de Zaragoza; así como la Hostería de Chinchón, en la Provincia de Madrid. Firma el decreto don Manuel Fraga Iribarne y era Alcalde de Chinchón D. Francisco Grau Simó.
En sesión extraordinaria de fecha 26 de febrero de 1971, el pleno del ayuntamiento acuerda ceder gratuitamente al Ministerio de Información y Turismo los terrenos necesarios para la construcción del Parador de Turismo.
Según un escrito del Ministerio de I. y T. de fecha 17 de enero de 1972, los edificios cedidos gratuitamente por el Ayuntamiento de Chinchón, tenían una superficie total de 6.809,61 m2. El valor que tenían asignados estos edificios del Ayuntamiento en la cuenta de administración del patrimonio en el año de 1969 eras de 211.273 pesetas.
Las obras del Parador se inician en los años siguientes y son dirigidas por el Arquitecto D. Juan Palazuelo Peña. Pero ya se sabe que las obras de palacio van despacio y se prolongan durante una década, ante la impaciencia de los que siempre desean que todo vaya más rápido.
En la fotografía que encabeza esta crónica y que pertenece a esta época, se puede ver que ya está totalmente rehabilitada la fachada del edificio, aunque se ve que falta por construirse todo el interior.
También podemos recordar lo que por aquellos años se decía por Chinchón, viendo las Aleluyas Chinchonetas, que iniciaban precisamente con este asunto, los “Cardos De la Cruz del Portugués” con dibujos de Manolo Gómez-Zia y textos de Alfredo Rodríguez Freyre.
Buscando en mis archivos, he encontrado esta fotografía del antiguo salón del Concejo del Ayuntamiento. Estaba en la planta principal y tenía una parte más elevada, separada con una barandilla de hierro, del resto de la estancia; donde se reunía el Consistorio municipal.
Un cuadro del Corazón de Jesús, bajo un dosel de terciopelo rojo, presidía la estancia, acompañado a ambos lados, por las fotografías de Franco y José Antonio Primo de Rivera.
Desde esta estancia se accedía al balcón principal con vistas a la plaza. El suelo estaba entarimado y en la parte derecha se puede ver el tallimetro o tallador de los quintos, ya en desuso, pero que a los mayores nos retrotrae a tiempos pasados, cuando el alguacil nos tallaba porque habíamos entrado en quintas.
Entrañables recuerdos, no porque fueran mejores tiempos, sino porque, entonces, ¡éramos tan jóvenes!
En Extremadura dicen Encajar cuando tiran una cosa a un sitio donde queda detenida sin que se pueda recuperar fácilmente (por ejemplo, una pelota en un tejado o en un balcón)’. Y por extensión, enviarla a cualquier sitio de difícil acceso como un árbol o el corral de una casa.
Efectivamente ¿quién no ha encajao, siendo niño, una pelota en el tejado de un vecino? Esta es la palabra empleada tradicionalmente en la mayor parte de Extremadura con este sentido: No tires la pelota tan alto que la vas a encajar.
Pues en Chinchón, y también en algunos pueblos de Toledo, a eso se le llamaba “aburrir”.
Y yo tengo que estar atento porque a los nietos de mi vecino se les suele aburrir la pelota en mi patio y procuro devolverla lo antes posible para que puedan seguir jugando.
Lo de “estar la pelota en tu tejado” tiene otro significado, pero hoy no voy a hablar de ello. Otro día.
“Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó”
Más digo yo,
que tan sabio no sería,
Si ni siquiera sabía
buscarse el sustento diario.
Y es que hay mucho mentecato
Que confunde la sapiencia
Con vivir en la indigencia.
Lo que es tal desatino
Como confundir,
la velocidad con el tocino.