Crónica de la nevada de Filomena en Madrid, vista desde mi ventana.
Mira que lo llevaban diciendo en la tele desde hace unos días, que si venía Filomena, que si iba a nevar mucho, que nos preparásemos, pero algunos pensamos que estaban exagerando, que no sería para tanto... y entre esos que pensábamos así, estaban la señora Ayuso y el señor Almeida...
Y llegó el viernes día 8 de enero, y a eso del mediodía, algunos empezamos a pensar que los de la tele podrían tener razón y nos fuimos al súper para hacer un pedido para pertrechar nuestra despensa.
A media noche, ya la nevada era una realidad y el día 9 amaneció ya en blanco y negro. Y siguió nevando todo el día.
El día 9 fue ese día en el que solo se podía estar cerca de un radiador y contemplar el paisaje blanco a través de los cristales de la ventana.
El día 10 dejó de nevar y hasta salió el sol, pero la señora Filomena además de nieve, traía un frío de perros y la nieve empezó a helarse.
Y como la señora Ayuso y el señor Almeida no se habían creído las predicciones y la solución no se podía comprar en el súper, los madrileños quedamos confinados por la nieve, sin olvidarnos del COVID, claro está.
Y fueron pasando los días. La nieve seguía helada, salir de casa era un peligro; los coches tenían más de medio metro de nieve encima y seguía haciendo un frío que pelaba.
Ahora los del tiempo dijeron que se acercaba otra borrasca, pero con mucho viento, lluvia y aumento de las temperaturas.
Y el día 19 empezó a llover, pero menos de lo que era necesario y la nieve seguía en las aceras y seguía siendo muy peligroso salir a la calle. Y los propios vecinos, con sus propios medios, iban quitando la nieve, mientras las basuras se amontonaban en las aceras esperando a que el ayuntamiento solucionase la recogida.
El jueves día 21 empezó a deshacerse la nieve y se iban terminando estas dos semanas que pasamos en blanco, y el día 22, gracias al viento y las buenas temperaturas, solo quedaba un pequeño residuo de nieve y poco a poco fueron apareciendo los colores, esos colores que no se sacaron a las autoridades que no habían sabido estar a la altura de las circunstancias...
Y mientras tanto, en Chinchón también estuvieron en blanco....
La gran nevada.
Días sin alma.
Días anodinos
y días de rutina
sin luz y sin esperanza.
Días como ayer
y días sin mañana,
días encerrados
de mirar por la ventana.
Dias sin final
para perder la calma
que empezaron a nacer
cuando amanecía el alba.
Días con ilusiones perdidas
y desengaños encontrados,
días de andar por casa
y de sueños muy despiertos
con pesadillas oscuras,
que se hacen realidad
cuando aparecen tus dudas.
Días de soledad
y de confinamiento,
días perdidos sin luz
que se llevará el viento.
Dias solo sin ti
y solo con la nostalgia,
porque cuando tú no estás
yo te añoro en la distancia.
Solo sueño tu regreso,
solo me queda esperanza.