Como ayer ya celebré la fiesta del Patrón, hoy que es su día, me voy de toros. Tengo que advertir para los no expertos en las fiestas de Chinchon que el día 16 de agosto, por la tarde se celebraba el encierro de las reses que se iban a lidiar al día siguiente y había años que se tenía que retrasar la procesión de San Roque porque no se encerraban los toros de capea.
Hoy me he levantado más tarde y hemos comido con la familia. Una siesta cortita y con el puro en el bolsillo de la camisa, las gafas de sol y la gorrilla que solía llevar siempre a los toros, me baje a la plaza, que esta vez no tenía las puertas cerradas para hace la requisa y por supuesto estaba sin los tabloncillos ni los tendidos, aunque si repleta de mesas y sombrillas de las terrazas. (Una aclaración, lo del puro era pura parafernalia, porque hace ya más de treinta años deje de fumar; aunque siempre encuentras algún amigo a quien regalárselo).
Como tenía por costumbre todos los años, había quedado con unos amigos en la puerta del Puro. (Otra aclaración para los que no conocen Chinchón: quedamos en la puerta del Bar Flor, uno de los de más tradición, donde se sigue tomando uno de los mejores cafés del pueblo, aunque aquí se le conoce más por el Bar del Puro)
-¡Julián, tres toligos!
Y allí en la puerta, a la sombra de los soportales, esperábamos que llegase la banda de música para cruzar la plaza tocando “El gato montés”, pero que este año no llegó. Tan solo sonaba la música de un bar de al lado con música moderna, cuyo título no conozco porque a mí eso del inglés no se me da demasiado bien.
Mientras nos tomábamos nuestro coñac con coca-cola, estuvimos rememorando algunos detalles curiosos del día de los toros; como aquella tarde en que Andres Hernando, siendo novillero, dio más de veinte descabellos, o aquel día en que se escapó un toro y casi se mete en la tienda del tío Quico, junto a la columna de los franceses... Nos acordamos también de las nocturnas con el Bombero-torero y de aquella tarde que toreó Juanete presentándose como Juan Bemonte, “El pasmo de Triana”. ¡Que tiempos aquellos!
Y como hoy no había toros y la tarde era calurosa, después de tomarnos otro limgotazo, nos fuimos a casa, que esa noche íbamos a repetir de nuevo la cena con los amigos, esta vez en la terraza de la Plaza Galán.
Cronista: Celedonio Ramírez y Martinez.