49.- El Asilo de San José y los Festivales Taurinos de Chinchón. (Historia)
Estamos a
principios del siglo XX. Todavía sobrevivían las ideas altruistas y caritativas
de siglos anteriores. En Chinchón había carencia de un lugar idóneo donde
recoger a los ancianos, sobre todo, a los que carecían de medios. El día 13 de
septiembre de 1903, a iniciativa de un grupo de vecinos, se convoca una junta
de las personas más representativas del pueblo y acuerdan construir un asilo
para ancianos desvalidos, con los fondos que se recaudasen por suscripción
popular.
Se crea un patronato formado por el Sr. Alcalde de Chinchón don Máximo Carretero de la Peña, el señor cura párroco don Filomeno Blanes Molina, y una junta de personas ilustres bajo la presidencia de don Ventura del Nero Fominaya, nombrando vocales de la misma al médico don Quintín Sánchez Rubio y al notario don Valerio Villalobos López.
Se recaudan rápidamente más de veinticinco mil pesetas y con ellas se compra un solar situado a la salida de la calle del Santo, de una extensión de catorce áreas que era propiedad de don Afrodisio Villalobos.
Se acometen las obras de construcción y es terminado totalmente el 19 de noviembre de 1904. Con fecha de 21 de diciembre del año siguiente se acuerda que deben pertenecer al patronato con carácter permanente, en calidad de vocales, el alcalde, el juez municipal, y el presidente de la Sociedad de Cosecheros.
Con fecha 3 de agosto de 1906 el Patronato cede el edificio, en escritura pública, a las Hermanas de Ancianos Desamparados, quienes se han desempeñado su caritativa labor a favor de los ancianos de Chinchón hasta nuestros días.
En las condiciones de cesión se estipulaba: "que debían tener siempre acogidos de ocho a veinticuatro pobres, mitad de cada sexo, inútiles para el trabajo, que tengan más de sesenta años o imposibilitados de cualquier edad, naturales de esta población o con residencia en ella de quince años".
Íntimamente
ligados a la vida del Asilo de San José de Chinchón, están sus Festivales
taurinos.
El día 17 de
octubre de 1931, se colocó en la fachada del Asilo de San José una placa
dedicada a Marcial Lalanda. Esta placa se quitó cuando se hizo la última
restauración y, desgraciadamente, desapareció junto con la que se había
colocado en homenaje a Julio Aparicio.
Años después, posiblemente en desagravio por la desaparición de estas lápidas, el Ayuntamiento de Chinchón, colocó en el porche del jardín cuatro lápidas iguales en reconocimiento a los cuatro toreros que hasta la fecha se han encargado de organizar los festivales taurinos.
Estas placas de mármol nos dicen que los toreros han colaborado en el mantenimiento de esta institución, organizando los ya célebres festivales taurinos de Chinchón.
Las necesidades asistenciales del Asilo requieren más fondos de los disponibles y la situación económica requiere adoptar medidas para captar fondos.
En Chinchón siempre hubo una tradición de ayuda a los necesitados, también hubo, desde antiguo, una gran tradición taurina. Estas dos tradiciones se unen y se crea la tradición de los festivales benéficos. Salvador Sánchez Frascuelo toreó varias corridas a beneficio de los pobres en el último tercio del siglo XIX.
Es, después,
Marcial Lalanda quien toma el testigo y desde el año 1923 se encarga de
organizar un festival taurino con carácter permanente para garantizar la
supervivencia del Asilo de San José.
Después, fue
Julio Aparicio quien tomó la responsabilidad de la organización del Festival de
Chinchón desde el año 1953 al año 1980. Durante estos años también llegaron a
Chinchón las figuras más importantes del toreo. Sin ánimo de hacer una lista
exhaustiva, podríamos citar, a Luis Miguel Dominguín, Antonio Bienvenida,
Antonio Ordóñez, Paco Camino, El Viti, Antoñete, y los rejoneadores Ángel y
Rafael Peralta y Conchita Cintrón que actuó el año 1946, el año de mayor
afluencia de público.
En el festival
del año 1964 el marqués de la Valdavia impone a Julio Aparicio la Cruz de
Beneficencia, que le había sido concedida por haber toreado más de doscientas
corridas benéficas.
En el año 1958 es nombrado hijo adoptivo de Chinchón y se coloca una placa en su honor junto a la de Marcial Lalanda en la fachada del asilo.
El 5 de
diciembre de 1970 la recién creada Asociación de Amigos de Chinchón concede a
D. Marcial Lalanda y a don Julio Aparicio su primer "Ajo de Oro",
distinción instituida para premiar a las personas que se distinguiesen por sus
acciones a favor de Chinchón.
Desde 1981 se encargó de la organización del festival el rejoneador don Manuel Vidrié de quien tomó el relevo Julio Aparicio, hijo, en el año 1994. Para no hacer más extenso este apartado sugiero la lectura del libro "Toros en Chinchón" de J.M. Sánchez-Vigíl y C. Alonso, donde encontrarán todos los pormenores de lo que aquí solamente se ha esbozado.
Con el paso del tiempo el resultado económico de los festivales fue cada vez más reducido, por ello, los responsables del patronato del Asilo decidieron, en el último tercio del siglo XX, solicitar ayuda económica a la Diputación Provincial, ya que habían aumentado considerablemente los gastos por haber aumentado el número de los ancianos que estaban acogidos.
Hay que
destacar que los festivales taurinos, además de su labor caritativa, fueron el
embrión del turismo de Chinchón. La gran afluencia de visitantes que cada fin
de semana llegan hasta aquí, nos hacen recordar lo que antes se producía
solamente el día del Festival.
Hay también que
reseñar que para la realización de estos festivales, además de la inestimable y
altruista participación de los toreros era imprescindible una infraestructura
organizativa en Chinchón. Desde aquí quiero dejar constancia del trabajo, casi
desconocido que hicieron muchas personas, entre las que podríamos destacar a
don Pablo Cámara, a don Pedro del Nero y muy especialmente a don Mateo de las
Heras, que además de implicarse en los trabajos de organización nos dejó unas
interesantes crónicas de todos los festivales, gracias a las cuales, se han
conservado datos imprescindibles para conocer su historia.
Conchita Cintrón en el año 1946.
Y como colofón
de este apartado, hacer una cariñoso recuerdo a todas las monjitas que durante
un siglo se han dedicado al cuidado de los ancianos, y en representación de
todas ellas, dos que dejaron huella y recuerdo en todos los chinchonenses que
las conocieron: Sor Mercedes y, sobre todo, Sor Primitiva que murió en el
verano de 1965, después de una larga vida dedicada a sus queridos ancianitos.
Cien años después de su inauguración, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados abandonan la Residencia de San José por decisión de su Congregación, haciéndose cargo de su gestión la Comunidad de Madrid.
Relator independiente.