47.- La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Chinchón. (Cultura)
El 2 de octubre
de 1778, un grupo de ocho personas de Chinchón: El doctor don Miguel Ramón
Linacero, capellán mayor de la capilla del Serenísimo Infante don Luis, cura
propio de la muy noble y muy leal villa de Chinchón, el licenciado don Carlos
de Zurita y Mendoza, visitador eclesiástico de este partido, don Antonio de
Zárate, alcalde ordinario por el estado noble, don Bernabé Roldán, teniente de
cura, don Ventura de Ortega y Palacios, don Francisco de Zárate, el doctor don
Javier Díaz de Díaz, don Juan de Recas, don Juan Manuel Carrasco y don Juan
Ventura Díaz, presbíteros y seculares de dicha villa, acordaron formar una
sociedad con el objeto de socorrer a los pobres, desterrar la vagancia e
instruir a la juventud de ambos sexos con el establecimiento de escuelas,
solicitando al Consejo de Castilla la fundación de una Real Sociedad de Amigos
del País de Chinchón.
Contaron con el
apoyo del Infante don Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio, conde de
Chinchón, que era una persona culta e ilustrada, y siempre trató de impulsar el
progreso de Chinchón, por lo que no dudó en prestar su apoyo para la creación
de la Sociedad de Amigos del País de Chinchón, consiguiendo de su hermano el
Rey Carlos III la aprobación de la misma.
El rey había
impulsado la creación de estas Sociedades Económicas de Amigos del País, siendo
la de Chinchón la tercera que se creó en España, después de la Matritense y la Vascongada.
Se determina
que la sociedad constituida establecerá una escuela de hilados de lino, algodón
y cáñamo, bajo la dirección de un maestro que pedirá a la Real Sociedad de
Madrid, para que enseñe todo género de hilados, con todo lo que es propio a
esta manufactura, a excepción de los tejidos, en la misma escuela habrá una
maestra que enseñe los hilados de lana para la fábrica de paños de la villa, y
se evite así que los fabricantes tengan que darlo a hilar fuera de aquí como
sucede en la actualidad. Los fundadores tienen el claro y decidido propósito de
formar una sociedad que sólo tuviese por objeto el socorro de los verdaderos
pobres, el destierro de la ociosidad y la instrucción de la juventud de ambos
sexos, creando y estableciendo escuelas de hilados de lino, cáñamo y lana, seraje
y trenzado de esparto "a las cuales
deberán concurrir aquellos niños y mendigos que, no siendo proporcionados para
otros trabajos, pudieran ejercitarse útil y cómodamente en éste, cuidando
también de proveer de una manutención frugal y sana a los pobres enteramente
imposibilitados".
Poco se sabe
del funcionamiento que tuvo la Sociedad de Amigos del País, y tampoco han
quedado detalle de sus logros y realizaciones, posiblemente sus objetivos eran
demasiado ambiciosos y las realizaciones se pudieron quedar muy por debajo de
sus pretensiones. Pero, sin duda, era un meritorio intento de dotar a nuestro
pueblo de una especie de formación profesional, lo que suponía un gran avance
sobre el concepto de enseñanza que había en aquella época.
Relator independiente.