Dice Monedero que el problema de su partido esta en la mediocridad de los generales de segunda fila. Y yo creo que tiene razón. Si nos fijamos en los grandes movimientos sociales, culturales, políticos y religiosas de la historia, nos vamos a encontrar con unos líderes carismáticos que los encabezan y a los que, poco a poco, se van uniendo otros personajes o personajillos que se van colocando en el escalafón por orden de llegada y que a partir de ese momento se van a encargar de que nadie les dispute su rango. En no demasiado tiempo consiguen que las propuestas originales del líder carismático se empiecen a desvirtuar y, en un tiempo prudencial, se parecen ya muy poco a lo que era la idea primigenia, y el mando se va desplazando hacia esos "generales" que en muchas ocasiones son bastante mediocres.
Un ejemplo puede ser Lutero y su reforma protestante. Sus "generales" de segunda fila consiguieron que lo que había nacido solo como una revolución religiosa se tornase en una revolución política contraponiendo los intereses de los príncipes germanos contra el poder imperial de Carlos V.
Si nos fijamos en cualquier partido político, cuando nace tiene unos objetivos fácilmente asumibles por casi todo el mundo. Después van llegando los estrategas y los pragmáticos que se irán encargando de "limar asperezas" y proponer planes de acción que harán casi irreconocibles los primeros postulados del partido.
Luego llegan los "listos" que han vislumbrado una gran oportunidad en la nueva formación y no tardan en posicionarse cerca del poder para medrar por sus intereses. Y con gran pericia consiguen siempre los mejores puestos en la organización que para eso les mueve un interés que es mas fuerte que el altruismo y el "amor al arte" de la mayoría.
Por eso en las nuevas formaciones políticas es muy fácil que se "cuelen" personas no deseadas (indeseables) que es muy difícil detectar a priori y que son los que después van a mostrar su verdadera cara que suele mostrarse, casi siempre, como corrupción.
Cuanto mas pequeña sea la posibilidad de conseguir personas para completar una lista electoral más riesgo hay de que entren esa clase de individuos con intereses bastante diferentes a los de sus promotores.
Una solución que paliaría en parte este problema es que las listas electorales fuesen abiertas, así, entre todos, podríamos conseguir desenmascarar a los intrusos que buscan en la política intereses que se alejan bastante de trabajar por el bien común.