Dice el diccionario que la ideología es el conjunto de ideas que caracterizan a una persona, escuela, colectividad, movimiento cultural, religioso, político, etc.; por eso todo partido político que se precie tiene que construirse una ideología con la que atraer a sus votantes.
Resumiendo un poco, se pueden distinguir las ideologías de izquierda y derecha, aunque delimitar una y otra ofrece una cierta complicación, porque se mezclan conceptos de muy diversa índole: morales, religiosos, económicos, sociales, etnicos, históricos, culturales, etc. etc.
Las ideologías de izquierdas suelen poner más énfasis en los aspectos sociales, culturales y económicos. Las derechas, en los aspectos morales, históricos, religiosos, etnicos.... y económicos.
Aunque, si analizamos detenidamente las diferencias reales entre unas y otras ideologías, llegaremos a la conclusión de que las diferencias reales entre unas y otras están precisamente en la economía; todo lo demás, a la postre, es circunstancial.
Las derechas se consideran conservadoras y las izquierdas, progresistas; pero estos conceptos no significan demasiado, porque al final no queda demasiado claro que es lo que se quiere conservar ni en que se pretende progresar.
La ideología conservadora se basa en una defensa de la moralidad de inspiración religiosa que marca la orientación de las leyes que proponen para todos los ciudadanos. La ideología de izquierdas se aleja de esta orientación religiosa y defiende una ética laica que abiertamente se aparta de la moralidad religiosa y preconiza la total separación de la Iglesia y del estado. Sin embargo hay que reseñar que la ideología conservadora no defiende con demasiado entusiasmo la doctrina social de la Iglesia, cuando se habla del reparto de la riqueza; o sea, cuando se habla del dinero.
La patria es otro de los conceptos que tiene una valoración diferente en las dos ideologías. Para unos es prioritario el mantenimiento de la unidad, para otros es más importante admitir la diversidad.
Algo parecido ocurre con la familia. Para unos hay que defender el concepto tradicional de la familia, para los otros hay que aceptar las nuevas realidades que impone una sociedad que ha evolucionado en los últimos tiempos. Y así, se han planteado las batallas en temas como el divorcio, el matrimonio homosexual, el aborto y la eutanasia, que son aspectos que afectan directamente a la familia. El posicionamiento de unos y otros en estas cuestiones están muy mediatizados por las creencias religiosas de cada uno. Pero habría que reseñar que aunque tradicionalmente los conservadores siempre han votado en contra para la aprobación de estas leyes, después, cuando podrían haberlas derogado cuando gobernaros con mayoría absoluta, no lo hicieron porque en realidad, como decía antes, estas son “cuestiones circunstanciales”.
Y es que la diferencia realmente está en la economía. Solo en la economía. La disyuntiva es socialismo o capitalismo, lo público y lo privado... y esto es lo que va a marcar las diferencias entre unas y otras ideologías.
Y no es cuestión ahora de hacer un análisis de las bondades de cada planteamiento. La historia tiene demasiados ejemplos de las consecuencias que han producido la implantación de unos y otros sistemas económicos. Y estos ejemplos pueden servir para defender y anatemizar a unos y otros, aunque podríamos admitir que los problemas graves llegan cuando se llega a los extremos y que muchas veces son el egoísmo y la corrupción de las personas responsables lo que hacen fracasar cualquier sistema económico.
Pero es que además, los que marcan las políticas económicas de los partidos no son sus votantes ni sus militantes, ni siquiera sus dirigentes; los que realmente mandan en los partidos políticos son los que tienen el poder económico, y lógicamente a ellos lo que más les importa es defender su dinero.
Porque los poderes fácticos que tienen el dinero, al final son los que toman las decisiones; bien porque “pagan” a los dirigentes de los partidos que sostienen económicamente o bien porque se encargan de “dirigir” con sus medios de comunicación el voto de los votantes que, la mayoría, estamos indefensos ante el poder de su publicidad a través de todos los medios de comunicación y redes sociales que son capaces de controlar.
Al final, a la hora de votar, nos deberíamos olvidar de los eslóganes grandilocuentes, de las soflamas moralistas y patrioteras, de las cuestiones morales de las propuestas programáticas y fijarnos solo en lo que dice cada partido político de su programa económico.
Si defienden lo público o lo privado.
Si tú tienes posibilidad de pagarte tu enseñanza y tu sanidad privada, incluso tu seguridad; si tienes muchos ingresos y mucho patrimonio y no quieres pagar más impuestos, es lógico que votes a los que defienden lo privado.
Si ganas un sueldo normalito que no te permite pagar una sociedad medica, si no puedes hacerte un fondo de pensiones y tienes que esperar que la Seguridad Social te pague la pensión cuando seas viejo, si no puedes llevar a tus hijos a un colegio privado, no entiendo que no votes a los que proponen fortalecer lo público, y ya sabes que lo publico solo se financia con los impuestos.
Porque eso de la unidad de la patria, de la superioridad de la raza, lo bonita que pueda ser nuestra bandera, si se casan los hombres con los hombres y las mujeres con las mujeres, si alguien que está desahuciado no quiere vivir más, o si una mujer quiere abortar por las causas que sean, todo eso son cuestiones personales que atañen a la conciencia de cada uno y desde luego no deben ser los condicionamientos para votar, porque además, eso no les importa demasiado a los que te están pidiendo tu voto.
Y mientras tanto, es conveniente que sigas teniendo tu propia ideología y que tengas claras tus ideas que serán las que te guiarán en la vida para actuar de acuerdo con tu conciencia.