Con los años es más difícil guardar el equilibrio. De joven, aunque tropieces, es fácil recuperar la verticalidad y no quedar en evidencia. Luego, es más difícil. Tanto, que a veces te tienes que apoyar en un bastón para guardar la compostura; aunque haya quienes lo utilicen más por estética que por estática; incluso haya quienes lo usan para garantizarse un asiento en el autobús.
Pero no era a esa clase de equilibrio al que hoy quería referirme. Y es que de mayores nos es más difícil mantenernos en la equidistancia y ya nos importa menos aquello “del qué dirán”.
Cuando de más jóvenes, lo que pudiesen opinar los “otros” era muy importante; y más tarde la opinión de los jefes, y de tus círculos sociales podían modificar tu comportamiento, aunque a veces hubiera que hacer increíbles ejercicios de equilibrio para no quedar mal delante de ellos. Ahora, ya menos. Ahora ya nos manifestamos con menos cortapisas y, como decía la canción de Mecano, “lo que digan los demás, está de más”...
Vamos, que ahora lo de guardar el equilibrio ya nos importa menos, porque siempre tendremos la excusa de la edad para justificar nuestros resbalones.