Era Julio de 1997 y nos fuimos de vacaciones a Palma de Mallorca. Nos alojamos en un hotel de Palma Nova y como habíamos ido en avión y no teníamos coche, nos apuntamos a varias excursiones para conocer algunos lugares que no habíamos visitado antes.
Hicimos un tour por la capital y visitamos el pueblo español donde hay una réplica de la plaza de Chinchón, además de edificios y monumentos emblemáticos de todas las regiones de España. Visitamos el Palacio Nacional de la Almoraima y la Catedral, donde hay un altar decorado por Barceló que contrasta con el gótico del resto de la catedral.
Hicimos una excursión a Valldemossa donde, cuentan, vivieron un romance Federico Chopin y George Sand, y aún se conserva su piano y un busto del músico.
Bajamos la carretera de la Calobra, hasta el Soller y visitamos la playa de Torent de Paréis, a la que se llega pasando por un desfiladero. Volvimos en una excursión marítima bordeando la isla.
Pero de ese viaje recordamos los días en que toda España vivió el secuestro y el asesinato de Miguel Ángel Blanco, y como ese día en Palma de Mallorca, como en casi todas las ciudades de España hubo una manifestación de duelo y de repulsa, a la que todos nos unimos.
Y como era de rigor, a la vuelta en el aeropuerto, compramos las típicas ensaimadas para obsequiar a familia y amigos