Hay, sin duda, personas y personajes que por su quehacer profesional merecen nuestra admiración y sus trayectorias pueden ser puestas de ejemplo en el ámbito del ejercicio de su actividad.
Un cantante que ha conseguido el éxito, un periodista que ha alcanzado la cima de su carrera, un escritor, un músico, un arquitecto... y así cientos de profesionales que han destacado y conseguido la excelencia y han llegado a convertirse en mitos o modelos a seguir.
El problema aparece cuando se bucea en la vida personal de todos esos “ejemplos” y te encuentras con que sus trayectorias personales distan mucho de la ejemplaridad.
Así, te puedes encontrar que un buen cantante no tiene porqué ser un líder de opinión; ni un torero, referencia ideológica, ni un escritor, modelo de vida en familia, ni un futbolista, ejemplo para ningún niño.
Podemos ver a diario, en los medios de comunicación, las barbaridades que algunos “famosos”, dignos de admiración en lo suyo, se atreven a decir y que ningún medio se atrevería a publicar si no fueses porque lo ha dicho un “Ídolo” en su entorno profesional.
Y, claro, si se mueren, ya todo se descontrola... y si es futbolista, ya no hay ni sentido ni medida...me figuro que habréis visto la televisión estos últimos días...
Como decía Arthur Hopcraft en su libro “Hombre de futboI”: El fútbol puede volver a un hombre más ridículo que la bebida",.. deberíamos convencernos de que se puede disfrutar del fútbol sin adorarlo, o no?