Dicen que el amor es ciego y han llegado a demostrar científicamente por qué. Pero también son ciegos todos los demás sentimientos de los hombres, y de las mujeres, claro.
Solo así se puede explicar cómo dos personas ante un mismo hecho pueden llegar a conclusiones totalmente opuestas.
He hablado en este sentido de los hinchas deportivos, de los fanaticos religiosos, de los adeptos políticos, y cómo los promotores de los clubes deportivos, los gurú de las religiones, y los líderes políticos intentan por todos los medios inculcar a sus seguidores que su club, su religión y su partido son mucho más que un club, una religión o un partido; son un sentimiento.
Y así vemos como hay personas que se comportan con una total ceguera cuando se dejan llevar por sus sentimientos. Y lo más significativo de estos comportamientos es que los afectados difícilmente van a aceptar esa ceguera y van a defender su racionalidad a la hora de tomar decisiones, asegurando que no se dejan llevar por los sentimientos sino por la razón.
Y eso que es evidente para la mayoría a la hora de juzgar al prójimo, es difícilmente aceptable cuando nos enfrentamos a las propias actuaciones, que siempre vamos a considerar ecuánimes y no guiadas por la "ceguera" que nos ocasiona nuestros propios sentimientos, y siempre aseguraremos que nuestro caso es totalmente diferente al que vemos en el comportamiento de los demás.