Y es que todos, en alguna ocasión, nos hemos ido de la lengua más de lo debido.
Suele ocurrir cuando nos acaloramos o queremos imponer nuestros razonamientos a los de los demás, y se nos "escapa" aquello que nos dijeron en confianza, pensamientos que hasta ahora se habían quedado en nuestro subconsciente, o lo que nunca nos habíamos atrevido a explicitar porque sabíamos que podía hacer un daño gratuito.
Y en muchas ocasiones, porque no hubo quien nos lo dijese, quedamos esclavos de esa indiscreción, de esa debilidad, de ese desatino.
Los profesionales del secreto; del secreto de confesión y del secreto profesional están prevenidos y es difícil que lo rompan, pero los demás, no. Ya se sabe que si quieres que algo se divulgue rápidamente no tienes nada mas que decírselo confidencialmente a ese que tu sabes y el se encargara de propagarlo, en secreto, naturalmente.
Y sobre todo, deberíamos cerrar la boca y pensar con quien estamos hablando, porque puede traicionar tu confianza el que menos te lo esperas.
Ya lo dice el refrán, en boca cerrada...