Fotografía de Eduardo cuando llega a Madrid.
Sobre estas fechas don Gabriel
Morcillo, gran pintor y director de la escuela de Artes y Oficios de Granada,
le ofrece una plaza de profesor de modelado en Huescar, lo que le hace
reaccionar y, enemigo de horarios y de una actividad funcionarial, renuncia al
ofrecimiento y en el año 1949 marcha a Madrid para buscar su nueva residencia,
y meses después se une a él Isabel.
Una muestra de la escultura religiosa de Eduardo Carretero. Viacrucis en madera.
"Tras la Guerra Civil nadie
hacía encargos. Los escultores trabajábamos sólo gracias a los encargos
oficiales de las instituciones, porque encargos particulares no había ninguno
en absoluto. Lo que más tuve que hacer eran esculturas religiosas",
Confiesa Eduardo.
Fueron años duros los que tuvo
que vivir en Madrid. Pero allí tuvo la oportunidad de conocer y convivir con
grandes artistas como Antonio Rodríguez Valdivielso, Carlos Pascual de Lara,
Antonio Lago, Mampaso, José Luis
Fernández del Amo, José Guerrero, Manuel Rivera, Bernardo Olmedo, Jorge Oteiza,
José Caballero Bonald, José Hierro, Luis
Rosales y un largo etcétera, con los que intercambió
ideas y fue forjando su estilo y personalidad artística.
Vuelve a trabajar para el
arquitecto Luis Fernández del Amo que será clave para la trayectoria artística
de Eduardo. Con él trabaja en la decoración de la Iglesia de los Nuevos
Poblados del Instituto Nacional de Colonización y la imagen del Pájaro, en
piedra de Salamanca para el Colegio Santiago Apóstol de esa ciudad.
Su primera vivienda en Madrid es
un pequeño ático y utilizaba como taller los bajos de los Nuevos Ministerio,
gracias a su amistad con el constructor Félix Huarte, para el que realizó
muchos trabajos, como los relieves del “Edificio Huarte” de Madrid. Después se
trasladan a un piso en la calle Dos
Castillas donde vivirían hasta su traslado a Chinchón, comprando también un
bajo en la calle Camorritos de unos 70 metros cuadrados que le serviría de
estudio.
Retrato de Caballero Bonall.
En esta época forma parte de un
grupo con los pintores Lara, Valdivielso, Lago y Guerrero, y los escultores
Olmedo y Ferreira. De este grupo destacaría su amistad con Carlos Pascual de
Lara, creador de las pinturas del teatro de la Ópera y Premio Nacional de Artes
Plásticas.
Este boceto, es original de Carlos Pascual de Lara que hizo para el Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu, que no se llegó a realizar por la prematura muerte del autor.
Recuerdo Eduardo la situación precaria en la que se encontraban los
artistas en aquella época ya que tras la muerte de este pintor, poco después de
conseguir el prestigioso premio, tuvieron que hacer entre varios artistas un
exposición benéfica en beneficio de la viuda.