Pues sí, ya estamos aquí, yo me he recorrido casi 10.000 kilómetros hasta llegar a Chinchón. Es que yo nací aquí y de aquí eran mis padres, por eso me gusta volver todos los años y además me hace ilusión que mis hijos sean también de aquí. No os digo más, que nuestra familia es conocida por ahí como "Los de Chinchón". Vengo de África... de muy al sur, pero no me preguntéis de qué país porque por allí es muy difícil distinguir las fronteras.
Nosotros los vencejos somos aves de costumbres aéreas. Nuestras patas se han hecho tan débiles por el poco uso que, cuando caemos al suelo, somos incapaces de remontar el vuelo; por eso nunca nos posamos en el suelo, a
no ser por accidente. Nos alimentamos en el aire, y en el aire nos apareamos e incluso algunas veces dormimos en el aire.
Al atardecer, los
vencejos subimos cada vez a mayor altura hasta que se nos pierde de vista; Los hombres creían que
volvíamos después de anochecer para dormir en sus nidos, pero no es así, solo los que no tienen que incubar o cebar pollos permanecen en el aire hasta la
salida del sol.
Lo que muchos de vosotros no sabéis es que nos vamos en invierno al sur porque allí entonces hay más alimento. En invierno aquí en Chinchón no queda un mal insecto que echarse al pico. Ahora, a primeros de mayo ya es otra cosa.
Construimos los nidos de pajas,
hierba y plumas, cimentado con saliva, bajo los aleros de los edificios y en tejados, y también a
veces en hendiduras de rocas. Las hembras ponen, de mayo a junio, de 2 a 3 huevos blancos; pero los incubamos los dos, en la pareja, de 18 a 20 días. Los pollos niños, alimentados por nosotros, los dos
padres, vuelan después de 35 días.
Y de aquí de Chinchón, como ya sabéis nos vamos el día 25 de julio.. sí el día de Santiago Apostol, después del encierro de los toros... Entre otras cosas nos gusta volver aquí, porque sabemos el momento exacto para iniciar el retorno a las tierras africanas,
¡Que nada más, que me alegro de volveros a ver una año más...!