El Big Ben marcaba las doce en punto cuando llegamos a la Abadía de WESTMINSTER. Era una mañana típica de Londres. Hacía algo de frío, llovía y había una liviana niebla que daba al paisaje el inconfundible y típico sabor británico.
Antes había intentado ver el cambio de guardia en el Palacio de Buckingham Palace, pero no fue posible porque una de las causas anunciadas para su suspensión era la lluvia. Otra vez será.
Después el Parlamento, la Abadía y todos los monumentos que caracterizan la época de esplendor del Imperio Británico.
Extraordinarios monumentos de los que os dejo una muestra.