Dicen los periódicos que en la última encuesta del CIS los españoles señalan a los políticos como el tercer problema más importante en España. Y ésto es, realmente un gran problema. Si lo comentas en cualquier tertulia, la reacción más común será la de generalizar que todos los políticos son unos indeseables, unos oportunistas y que sólo van a lo suyo, que es quedarse con lo nuestro. Alguien, entonces, dice que no se puede generalizar y que no todos los políticos son iguales. Y en esto también suele haber un cierto consenso. Pero yo me he preguntado por qué la percepción generalizada es ver a los políticos como un problema. Hay un refrán según el cual, cuando el río suena, agua lleva. Y el río político baja revuelto, posiblemente por las lluvias caidas con tanta borrasca, tanta corrupción y tanta descalificación que traen las nubes políticas.
En España, la “carrera política” es reciente, y hasta hace poco los políticos habían llegado de la empresa pública, y generalmente con un bagaje de experiencia y de prestigio. De un tiempo acá, ya hay muchos políticos que escogieron esta carrera cuando terminaron sus estudios, o decidieron que no querian estudiar. Ahora son ya muchos los políticos profesionales que no han ejercido otra profesión que la política.
Por otra parte, la maquinaria de los partidos políticos ha llegado a acaparar todos los engranajes políticos hasta llegar a capitalizar toda la actividad política de la nación. Los sindicatos, las ONGs, los colegios profesionales, y cualquier organización cultural o social, suelen estar bajo el “patronazgo” de los partidos políticos.
Ya casi es anecdótico que un partido político “independiente” se presente a unas elecciones, como no sea la escisión de otro partido “oficial” que no tiene mucha dificultad en hacerle desaparecer, en más o menos tiempo.
Yo siempre defendí que en la política municipal se debería votar a las personas y no a los partidos, pero eso era, y es, predicar en el desierto.
La realidad es que para hacer política, es imprescindible hacerlo desde dentro de un partido, y su “aparato” se encarga de que sólo puedan llegar los “profesionales”, porque los “aficionados” son demasiado peligrosos y se sabe por experiencia que a la larga te pueden “salir por los cerros de Úbeda” y así no hay Dios que se pueda organizar un partido.
Hay quien aboga por que en las elecciones se vote en listas abiertas; y eso podría solucionar, en parte, el problema; pero ¿Quién hace esas listas?
Yo creo que el problema no son los políticos, sino los partidos. Da vergüenza ajena oir a sus responsables echándose en cara unos a otros sus corrupciones, sus bajezas y su falta de valores, en vez de aportar ideas y soluciones a los problemas que todos tenemos planteados.
¿La solución? No lo sé. ¿Las causas? Muchas.
Si supiese realmente las respuestas a todo ésto, sin duda, me metería a político... aficionado, claro.