Niños y niñas de la clase de párvulos del Colegio "Hnos.Ortiz de Zárate" de Chinchón en el curso de 1952.
Las guedejas rubias de su pelo ensortijado, formando tirabuzones, le caían sobre sus hombros. Su mirada limpia iluminaba sus ojos de color verde y su nariz respingona era el complemento a unos labios carnosos que siempre embozaban una cálida sonrisa.
Hoy, pasados ya los fríos del invierno y en vísperas de los calores veraniegos, su vestido era más sutil y dejaba al descubierto sus brazos torneados y de una cierta palidez que parecían estar fabricados de piel de melocotón.
Desde que había llegado María, no había podido apartar la vista de ella.
Sergio era serio y formal.
De pocas palabras pero siempre acertado en sus apreciaciones.
Tenía un gran atractivo para todas las chicas pero estaba sentado a su lado.
Ella tampoco podía evitar mirarle de reojo mientras su lápiz se deslizaba por el cuaderno pautado intentando no salirse de los márgenes del dibujo.
-Niños, aunque estamos en preescolar, hay que estar más atentos, si no queréis que os cambie de pupitre...