Yo me enteré de la existencia de Maderuelo la primera vez que visité el Museo del Prado. Allí me encontré con unos frescos románicos impresionantes que decían proceder de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo. Es una ermita de modestas dimensiones 22,30 m. en total, por 8 en la nave y 5, 50 de profundidad en la cabecera. Edificada en mampostería y reforzada en sus aristas con sillares, cuenta con cabecera plana, detalle de arcaicismo. Es iglesia de fundación templaria y de las más antiguas, a juzgar por su cabecera plana.
Pero esta Ermita tiene una historia menos conocida. Hacia 1896 el cura párroco de Maderuelo, con la autorización del Prelado, para conseguir fondos para el arreglo de las otras iglesias del pueblo, hizo una publica subasta de la Ermita que fue adquirida por don Frutos Gómez, vecino de Maderuelo, por la cantidad de 150 pesetas, utilizándola como almacén de un molino harinero; después emigró a Turegano y se la vendió a don Santiago González, que la utilizo como pajar y cuadra para sus burros; quien intentó venderla a unos inversores extranjeros, hasta que el Estado pudo adquirirla en el precio de 50.000 pesetas. Las pinturas permanecieron en la Ermita de Maderuelo hasta que fueron trasladadas al Museo del Prado. (A mi me ha contado esta historia un biznieto de Frutos Gómez, que fue propietario de aquel fabuloso tesoro, que solo le había costado 150 pesetas, a finales del siglo XIX)
Fue declarada Monumento Histórico Artístico en 6-XII-1924. En 1947 José Gudiol arrancó y pasó sus pinturas a lienzo, que fueron instaladas en el Museo del Prado en 1950. En 1952, el agua del embalse de Linares en el río Riaza alcanzó casi un metro en el interior de la nave, aunque ya entonces las pinturas estaban afortunadamente a salvo.
Las pinturas que decoraban su cabecera y que podemos admirar en El Prado corresponden cronológicamente a primer tercio del XII y el estilo denota una mano afín al Maestro de Tahull, cuando no él mismo.
En la parte superior de la cabecera, hallamos una representación del Cordero Místico en mandorla circular sustentada por dos ángeles; y también se puede admirar la primera representación pictórica de Adán y Eva desnudos.
De esto hace ya muchos años, y siempre había pensado visitar el pueblo; Incluso, hace unas semanas pensamos ir a comer a la Posada del Medievo, donde nos habían recomendado su menú:
“Como entrantes a compartir: Cecina de vaca, una morcilla de arroz y un torrezno. Después, unos judiones con oreja y pie de cerdo. A continuación, para desengrasar, una ensalada de boletus y foie, y de plato fuerte, a elegir entre un solomillo de buey con salsa de hongos o cordero lechal asado.
De postre, tarta de queso casera o biscuit de higos. Todo regado con un Ribera del Duero, por ejemplo, un tinto de Matasnos”.
Desgraciadamente, eran las fiestas del pueblo y no pudieron atendernos; pero pensándolo bien, yo creo que mi estómago ya no está para esos pantagruélicos banquetes.
Así que hoy me he subido al Google y me he dado una vuelta para conocer el pueblo.
La localidad de Maderuelo se sitúa al extremo noreste de la provincia de Segovia, ya cerca de la de Soria. El caserío se agrupa sobre una elevación lanceolada y está amurallado. Frente al mismo, al sureste y al otro lado del río se ubica, extramuros, la ermita de la Vera Cruz.
Cuenta con una población de 125 habitantes, por lo que suele haber más visitantes que residentes. Su casco urbano está declarado bien de interés cultural, en la categoría de conjunto histórico, y es también uno de los pueblos más bonitos de España.
Entre sus monumentos, además de la ermita De la Vera Cruz, podemos destacar:
La ermita de la Virgen de Castroboda.
Ermita construida a finales del s. XVIII que los vecinos levantaron con su esfuerzo para albergar a la patrona de Maderuelo. En su edificación se usaron los materiales de la ermita de San Roque, situada en el mismo lugar al lado del cementerio, quizá porque este santo es el protector contra la peste, siendo ahora la Virgen de Castroboda, la que vela por el eterno descanso de los hijos difuntos de la Villa. Interesante edificio construido en estilo neoclásico con interior barroco.
Y la Iglesia de Santa Maria del Castillo.
Iglesia mudéjar que destaca por su tamaño, ya que se trataba de la iglesia arciprestal, conservando manifestaciones de distintos estilos, siendo el único templo segoviano con restos de estilo califal.
En sus muros se aprecia la reutilización de materiales románicos provenientes del anterior templo, que debió ser demolido para la construcción del actual, distinguiéndose en el alero reaprovechado los canecillos románicos y algunas metopas.
En el s. XVIII se construyó una espadaña para sustituir la anterior que amenazaba ruina, alta espadaña que alberga cinco campanas, cuyo tañir se escucha a distancias increíbles.
Sorprende la altura de la nave principal, rematada por un ábside semicircular y una elegante techumbre de madera, así como las bóvedas y ventanas mudéjares en ladrillo de las capillas laterales.
Que me dan ganas de darme una vuelta por este pequeño pueblo, ver sus calles y monumentos y darme un homenaje gastronómico…. Pero eso, cuando me autorice mi dietista.