Hoy: Silencio en Chinchón, al anochecer.
Hoy, Sábado Santo, al anochecer en Chinchón, solo se oirá el sonido del silencio.
En la plaza y sus calles vacías, insólitamente desiertas. solo se oirá el ruidoso silencio de una celebración que no pudo ser.
Pero desde el silencio de nuestras casas aún podremos escuchar el silencioso saludo de Juan, el hijo del Cebedeo; el ruidoso silencio del tronar de los tambores romanos, el callado silencio de una madre que espera a su hijo que le llevan a crucificar; la silenciosa y monótona melodía del clarinete que terminará con el clamoroso silencio del Aleluya de Hendell, acallado por los inaudibles aplausos que todos evocaremos desde el silencio de nuestras casas.
Pero esta noche, al anochecer en Chinchón, tendremos que reivindicar desde el silencio impuesto de nuestros hogares, el espíritu de la Pasión de Chinchón; un proyecto unitario y unificador; una ilusionaste idea que nació allá por el año 1963 y que ha sobrevivido gracias a la generosidad de muchos y al esfuerzo de todo un pueblo que supo unirse tras un proyecto que no es de nadie, porque es de todos.
Hoy, al anochecer de este Sábado Santo atípico en Chinchón, en el silencio de nuestros corazones, vamos a reivindicar el verdadero sentido de la Pasión de Chinchón. Una Pasión vivida desde la religiosidad o desde un sentido social, pero siempre en la unión , en el esfuerzo y en el cariño de nuestro pueblo. Una Pasión que seguirá siendo de Chinchón, porque seguirá siendo de todos nosotros.