Hoy, aunque no lo parezca, esViernes Santo.
No han faltado en los últimos tiempos voces proponiendo la vuelta a la verdadera religiosidad, dejando a un lado el folclore y la parafernalia de las procesiones y demás actos de la Semana Santa.
Una decisión difícil de tomar para las autoridades eclesiásticas por el miedo a la repulsa de uno y otro lado de las posturas existentes y clarísimamente diferenciadas.
Pero este año, de pronto, se presenta una situación insólita y totalmente imprevista. No hay procesiones, ni actos litúrgicos, ni actos públicos. La religión tiene que volver a lo privado, prácticamente a la clandestinidad. Tiene que volver a la relación personal del creyente con su Dios.
En la tele se habla de Semana Santa en cuarentena, pero no he visto ninguna propuesta de la Jerarquía dando pautas para vivirla desde el sentido cristiano, alejado de viajes, romerías, tambores, saetas, y por qué no decirlo, alguna copa de mas en la “madruga”.
Es una buena oportunidad para probar algo distinto... sin el boato y la parafernalia a la que nos tenía acostumbrada la religión; sería bonito encontrarnos con Jesús en la soledad del hospital y el dolor de todas esas miles de personas que llevan su cruz en la soledad de este viernes santo atípico y extraño...y a lo mejor !Hasta funciona!