El cuerpo humano esta compuesto, al menos, por unos 60 elementos químicos diferentes, aunque de muchos de los cuales se desconoce su finalidad.
Se estima que un 96% de nuestro organismo se compone por 4 elementos en particular: oxígeno, carbono, hidrógeno y nitrógeno, mayoritariamente en forma de agua. El 4% restante se compone por otros pocos elementos y bien podríamos decir que el 99% del cuerpo humano esta compuesto por 6 elementos: oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, calcio y fósforo.
Tengo que reconocer que mis conocimientos de química están aparcados en los lejanos tiempos del bachillerato y he tenido que recurrir a "Google" para poder escribir lo que antecede. Y es que hoy, pensando (que algunas veces lo hago) he llegado a la conclusión de que la amistad, el amor, la empatía, la afinidad, el odio, el rechazo, la animadversión y el desprecio, por poner solo algunos ejemplos, no son sentimientos, sino solamente química, solo pura química.
Si no fuese así, nos seria incomprensible entender como esa niña tan guapa se puede enamorar de ese tipo tan feo, o como esa señorita tan inteligente se puede obnubilar con ese mentecato descerebrado. Por eso se dice que el amor es ciego; pero no, el amor es solo química.
No se si os habrá ocurrido a vosotros, pero hay veces que no sabemos por qué, pero ese tío nos cae fatal, y eso sin conocerle de nada. Como no hay una explicación lógica, habrá que pensar que es que, a lo mejor, su fósforo es demasiado abundante para nuestra capacidad o su carbono es demasiado puro para nuestra carga de oxígeno.
Pero también nos ocurre que cuando nos presentan a un desconocido y de entrada nos cae fatal, después de hablar un rato con él, nos hace reconocer que nos habíamos equivocado al jugarle a primera vista y podemos llegar, incluso, a ser buenos amigos.
Yo os aconsejo que cuando alguien os caiga mal, incluso muy mal, antes de tomar decisiones que pueden ser erróneas, recapacitéis un poco y pensad que todo es culpa del fósforo, el oxígeno, el nitrógeno o el calcio.
Es una lastima que cuando a mí me enseñaba química en el instituto, don Eusebio, el profesor no nos explicase esto, porque a lo mejor, si me hubiese tomado unas cuantas pastillita de calcio, posiblemente me hubiese llegado a hacer caso la Maripili, de la que yo estaba, entonces, perdidamente enamorado, pero que nunca me hizo ni caso y se ennovió con el tonto de la clase, pero que debía estar de calcio hasta las pestañas.