Conocí a Magdalena en el mes de junio del año pasado en la entrega de premios de Relatos para mayores de la Caixa y RNE y nos hemos vuelto a ver, hace unos días, en la presentación de la nueva convocatoria del mismo concurso. A raiz de ser finalista, el año pasado fue invitada por Radio Nacional de España a participar los martes por la tarde en el programa de radio que dirige Yolanda Flores, dentro de un aparatado que titulan “Senado de Mayores”
Hace unos días recibí un correo suyo que me decía:
“Vuelvo de nuevo aquí. Manolo, porque he estado viendo algo de tu blog. Estoy alucinada, apabullada y sin saber que decir.
Si hablo de todos los libros que aparecen ahí, creo que te voy a prohibir que mandes relato al concurso que hemos medio presentado esta mañana. Aunque sólo sea por la práctica que tienes en escribir, ya nos ganas a todos con creces.
Si hablo de música, tengo por ahí unas cuantas horas de buenas elecciones. Me sorprende tu afición por el "Ave María" de Schubert, que por cierro es impresionante. Y hablando de música, ¿qué pasa? ¿Que vosotros dos os lo guisais y os lo comeis todo todito? Porque la que canta es tu esposa! En fin... que no sé qué decir ya.
Pero aún me queda el tema de la fotografía. ¿Qué cámara tienes? Las fotografías te salen perfectas! Esa cabras por las peñas están que parece que se van a mover en cualquier momento!
Ya te digo: apabullada. Yo soy muy aficionada a la fotografía y creo que consigo fotos buenas; pero viendo esas... viendo esas flores de los ciruelos, las piedras, el musgo... en fin, que creo que me tengo que comprar una cámara mejor, porque como ideas no me faltan, seguro que consigo esas maravillas.
En serio: IMPRESIONANTE!
ENHORABUENA POR TENER TANTO TIEMPO Y SABER APROVECHARLO TAN BIEN.
Y ENHORABUENA A TU ESPOSA, PORQUE CANTA MUY BONITO.
Un abrazo.
Mag.
Yo no tenía más remedio que corresponder a tanta amabilidad y he pensado que la mejor forma de hacerlo es publicando en mi blog su relato premiado como finalista en año pasado, Es un relato duro, fuerte, sobrecogedor que, además, está construido en segunda persona, lo que le confiere tensión y dramatismo. Por favor, leedlo. Lo ha titulado:
MEDIO KILO DE NÍSPEROS.
"Coge esa cuchara. Vamos: Llénala y come. Abre la boca. Así. Todo. Te cabe todo. Mastica, traga.
Sigue Comiendo. Llena una vez más esa cuchara, mastica, saborea. Seguro que no está tan malo ese extraño potaje, esa tortilla de hormigón. Traga de todas formas, porque llena el estómago y aporta fuerza.
Otra vez más el mismo esfuerzo.
Se dejas de poner esa cara de asco te sentará mejor. Adelante. Cambia el chip de los sabores; ¿no te gustan los garbanzos? Ahora te van a gustar. Además, son tu salvación. No te querrás quedar aquí, ¿verdad?
Aquí te puedes quedar para siempre si no cambias de chip, si no te gustan los garbanzos, si no eres capaz de sacar algo bueno de esa tortilla infernal. Yo tampoco sé cómo puede salir tan mala... Es más difícil hacerla mal que bien, ya lo sé. Pero ahí está y te la comes.
Ya sé que el espacio es mínimo: gente a ambos lados, a ambas manos. Defiéndete, si eres buena, te quitarán la comida. Ya te la están quitando. ¡Espabila! Mira: alguien mete la mano en tu plato y coge un puñado de garbanzos. ¡Ni se te ocurra pensar! ¡Ni ser amable! Nada de eso; tienes que salvarte, defender esa comida como si de ella dependiera tu vida. Como de ella depende tu vida. Con el tiempo llegarás a entender que así es.
¿Que donde pudo estar antes esa mano?¡Qué importa eso! Sigue comiendo. Sigue llenando tu cuchara para que tu estómago trabaje y se destense, y tu sangre recoja lo que nutre, y tu cuerpo reaccione y tu cabeza, dejando de pensar, empiece a pensar.
Un plato, un vaso, una cuchara y treinta centímetros de mesa: ese es tu mundo. Hazlo impenetrable, con una muralla alrededor. Invisible.
También sé que ese vaso es intolerable, de aluminio, de golpes y de gritos en cada abolladura. Pero mira: tiene agua. Poca. Buscaremos más. Buscaremos el agua bendita que te sacie la sed.. El vaso entonces es lo de menos. Es el agua lo que vale. El agua, el pan. los garbanzos, la insufrible tortilla... Eso es lo que vale, y no importa como esté; lo importante es que te llena, que te dar fuerzas, que te habitúa a comer. Esa es la magia.
Y tu sabes que puedes con este y con más. Aunque griten, tú te vuelves sorda, aunque se peleen, tú te vuelves ciega. Tú solo vez tu plato, tus garbanzos, tu tortilla, tu vaso de agua y de golpes.
Hasta llorar es bueno ahora: las lágrimas te lavan la cara, esas que llegan a la comisura de tus labios han puesto un punto de sal en la tortilla, y la mejoran, la hacen más jugosa, más humana. ¿Ves? Todo vale. Todos nos salva. Y eso es lo que cuenta: salvarse. Seguir adelante, hoy, mañana... Hasta que aparezca alguien que te mire y te pregunte “¿Tú que haces aquí?”
y ves que piensas bien, que no estás loca. Y rellene un papel que diga “Permiso para salir al jardín, permiso para ir a la capilla, permiso para laborterapia...” Y rellene otro papel más importante que el primero. “No encuentro motivos en esta persona para que esté aquí” Y acto seguido comiencen los trámites para conseguir un vaso de cristal, y una cuchara y un tenedor, y hasta un cuchillo... y unos pocos centímetros más de mesa, y un espacio sin gritos.
Todo. Así me gusta. Sin dejar nada en el plato. Sin que quede ni una miga de pan sobre tus treinta centímetros de mesa.
Y ahora a la calle, a tomar el sol en el jardín, con tu pase en la mano, con tu sonrisa,con tu sagrado convencimiento de que también esto ha pasado por algo, para aprender algo.
Alguien vendrá a verte. Te hablará de tonterías al tiempo que te observa. Pensará encontrar la causa por la que te han encerrado aquí y te mirará mucho, porque seguro que no lo encuentra.
Abrirá su bolso y sacará un paquete. Nísperos. Y tú entonces verás a Dios en esas frutas bellísimas, doradas con el primer sol, llenas d fuerza. Y será una fiesta muy íntima, muy tuya.
Les quitarás la piel con las uñas y te comerás con ansia ese regalo, exponiéndote incluso a que piensen que sí, que verdaderamente estas loca.
Pero ya no te importa: en un día has aprendido que lo más importante eres tú y que ahora mismo te está salvando ese medio kilo de nísperos".
Magdalena Landa Aldape.