No se crean, esto no es muy normal. Es muy difícil que alguien nos pueda ver paseando a nuestro libre albedrío, a nuestras anchas, por donde nos salga del pico. Ahora las cosas, para nosotras, están francamente mal. Si vierais como están la mayoría de las gallinas en las granjas. ¡Pobrecillas! Metidas en jaulas pequeñísimas de cuatro en cuatro, con las luces encendidas todo el día, y solo comer, beber y poner huevos. Una vida muy perra. Y si tuviésemos valor para amotinarnos, pero eso es imposible, porque ya se sabe que nosotras no somos valientes... más bien cobardes... eso, eso... unas verdaderas ¡gallinas! Y como saben, aquello que escribió Orwel de la “Rebelión en la Granja”, no fue nada más que una chorrada que se le ocurrió a aquel buen hombre, porque de realidad, nada.
El caso es que hoy nos hemos escapado mi hermana pequeña y yo y estamos dando una vueltecita junto al castillo, por encima del carril, con unas vistas del pueblo muy buenas.
Habrá que aprovechar las pocas ocasiones que se nos presentan para admirar este paisaje tan bonito.
¡Ah! y otra cosa, que nuestros huevos son infinitamente mejores que los de las gallinas de las granjas. Más grandes, mas sabrosos y más nutritivos... ¡Donde va a dar!