No se lo digáis a nadie. Yo soy la tercera oveja de la primera fila y dicen mis compañeras que soy su líder ( o mejor dicho, su lideresa ) y que por eso me siguen. Como podéis observar no tenemos ni perro que nos ladre ni pastor que nos guarde, y somos lo que se podría decir un rebaño autogestionario. Y es que estábamos hasta ubres de que nadie nos hiciera caso. Cuando el anterior pastor se jubiló, ¡que bien ganado se lo tenía! algún que otro día, el hijo del dueño se daba una vuelta por el aprisco y nos sacaba a dar una vuelta. Los demás días, tan solo venían a ordeñarnos y eso sin tener un horario fijo, que nos traía a mal traer, porque no acertábamos nunca y había días que estábamos a reventar y otros que apenas si dábamos un cuartillo de leche.
Y un día les dije a mis compañeras: ¡Basta ya! (Esto de “basta ya” lo habíamos oído en el transistor que se dejó olvidado el pastor junto al zurrón) ¡Si no nos resuelven el problema, lo tendremos que afrontar nosotras mismas!
Y aquí estamos, camino de Valdezarza a echar una “máscá”, ahora que con la primavera la hierba está fresca y da gusto darse un paseo por la mañana. Pero ya os digo, no se lo digáis a nadie porque seguro que si se enteran las autoridades nos mandan a la policía, porque tenemos entendido que eso de la autogestión no está bien visto.
Yo me atrevería a aconsejaros a vosotros que también deberíais tomar alguna iniciativa para solucionar vuestros problemas, porque según hemos oído por ahí, las cosas tampoco están demasiado bien para vosotros.
Ahora que, como habréis comprobado no se oye ni un balido... es por aquello del proverbial “silencio de los corderos”...