Cuando nombramos los carnavales se nos viene a la mente dos características. La primera, la máscara; la segunda, la copla satírica. No se puede entender los carnavales sin máscaras, sin disfraces que oculten la verdadera personalidad. Era la oportunidad de poder hacer, bajo la máscara, lo que no te atrevías con la cara descubierta; pero esa máscara también permitía la crítica mordaz amparada en el anonimato de las "chirigotas", las "murgas" y las "comparsas".
Es evidente que no existía una tradición de carnavales en Chinchón. Nos cuentan que, aunque hubo período de tiempo de una mayor permisividad, siempre estuvo mal vista la costumbre de disfrazarse, comentan que por los desmanes que se cometían amparados en el anonimato; además, en la zona centro, nunca logró enraizar el Carnaval con el carácter más sobrio de los castellanos viejos.
Pero el otro aspecto del carnaval, el satírico, sí caló hondo en nuestro pueblo y fue asumido por los jóvenes que eran llamados a quintas. Aunque no estaban amparados por un disfraz, sí conseguían el anonimato dentro del grupo y así se atrevían a satirizar a las personas y a las costumbres. Muchas veces eran diatribas mordaces hacia los poderes fácticos, otras, la crítica social, el descubrimiento de un turbio asunto, incluso el ataque frontal a un enemigo, pero todo salpicado de ingenio en sencillos versos octosílabos con rima en los versos pares.
Debió ser de tal importancia esta costumbre que cuando se hace la jota de Chinchón, se incluyen varias estrofas dedicadas a los quintos, en las que se pone de manifiesto la característica satírica, que sin duda es herencia directa de los Carnavales:
La farola de mi pueblo
se está muriendo de risa
por ver a los señoritos
con corbata y sin camisa.
En Chinchón hay una moza
que se tiene por formal
y en la Puerta de la Villa
ha perdido el delantal.
En la actualidad, las cosas han cambiado mucho. Ya no hay quintos, porque ya no hay servicio militar. Ahora ya no hace falta cubrirse el rostro para cortejar a las mujeres y la moda nos ofrece, a veces, unas tendencias que dificilmente se podrían distinguir de un disfraz.
Ahora el Carnaval se celebra en Chinchón, organizando un Mercadillo Medieval, queriendo recordar los acontecimientos que sucedieron por estos parajes, allá por las postrimerías de la Edad Media, cuando Isabel y Fernando segregaron estas tierras de la Municipalidad de Segovia para donarlas a sus amigos Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla. (Hoy, alguién se atrevería a llamarlo "nepotismo" o “prevaricación”)
El sábado, cuando se inauguraba el mercadillo medieval, amaneció con mucho frío, pero todos acudimos a la cita que nos habían preparado los chicos de la Asocacion "Arco Iris", que como vemos en una de las imágenes, nos prepararon un buen caldo y unas buenas migas para entrar en calor.
Una muestra de los distintos puestos del mercadillo, con porductos tradicionales.
Y también, una demostración de cetrería en la Plaza de Chinchón.
Y también, una demostración de cetrería en la Plaza de Chinchón.
Las fotografías son de m.carrasco.m.