Don Andrés de Cabrera era hijo de Pedro López de Madrid o Xibaja y de doña María Alonso de Cabrera, nació en Cuenca en 1430, siendo bautizado en la parroquia de San Miguel. Sobre él pesó la sombra de su ascendencia judeo-conversa. Andrés y su hermano Pedro fueron introducidos en la corte por Juan Pacheco, marqués de Villena, que después sería su rival por el dominio de la ciudad de Segovia.
Fue Doncel del Príncipe don Enrique en 1451; al ser nombrado Rey, éste le nombró Camarero mayor en 1455, Mayordomo de la Casa Real, Consejero y Tesorero en 1462. Ingresa por aquellas fechas en la Orden de Santiago. En 1463 le conceden el "Señorío de Moya". Poco después, en 1465, es nombrado Tesorero de Segovia y Cuenca. En 1468 obtiene los cargos del Gobierno y Justicia de Segovia. En 1470 alcanza la Tenencia del Alcázar de Segovia y más tarde la Alcaldía por "juro de heredad".
La figura de don Andrés Cabrera, adquiere su verdadera magnitud como hombre de estado. Muñoz y Soliva le llamará Iris de la Paz de España. Fue una pieza clave en aquellos días cruciales para la historia de Castilla, y de España, en los que se estaba decidiendo la sucesión al trono. Entonces, según el citado historiador, supo demostrar no sólo su hombría de bien, sino su finísimo olfato de converso que, rodeado de enemigos, se abre camino en la selva nobiliaria, no accesible para personas que no tuviesen instinto de supervivencia.
Recién llegado a la corte, Enríquez del Castillo, capellán de Enrique IV, dirá de él "...el qual aunque de poca edad en los días, era viejo en el seso e reposo: de quien el Rey se confiaba, e le daba parte de sus secretos...".En el año 1467 contrae matrimonio en Alcalá de Henares con doña Beatriz de Bobadilla que había nacido en Medina del Campo en 1440, diez años antes que la futura Reina Isabel. Era hija del alcalde del castillo de Arévalo y de Maqueda mosén Pedro Fernández de Bobadilla y de María Isabel González Maldonado, por tanto, de noble linaje. En dicho castillo, los infantes don Alfonso y doña Isabel pasaron parte de su infancia, fraguándose una duradera amistad a pesar de a diferencia de edad de diez años, Doña Isabel llamará a doña Beatriz "mi hija marquesa".
No cabe la menor duda que este matrimonio influyó decididamente en el ánimo del marqués a la hora de aconsejar a su Señor, y tuvo que navegar entre dos aguas turbulentas: mantener fidelidad a su Rey don Enrique y abanderar a doña Isabel, la benefactora y amiga de su esposa. por encima de la otra legítima heredera doña Juana. Demostró gran talento cortesano, cuando, solicitado por su rey en el momento crucial de la muerte del infante D. Alfonso, emitió su voto favorable a la designación de Isabel como heredera del Reino con lujo de argumentos, razones de estado, y un magnífico estilo literario sólo al alcance de personas de inteligencia superior.
Tuvo gran de protagonismo en los sucesos de Segovia en los años 1472 y 1473, la reconciliación de los hermanos Isabel y Enrique, y el golpe de estado que supuso la entronización de Isabel apenas unas horas después de la muerte del rey su hermano, acto solemnísimo del que tenemos cumplida referencia gracias al escribano Pedro García de la Torre, testigo de excepción, y cuya magnífica narración dice: "E luego los dichos corregidor e alcaldes e alguazil e oficiales e omes buenos en señal de reconoscimiento de señorío entregaron las varas de la justicia que en sus manos tenían a la dicha señora reyna e su alteza las tomo e las entrego al leal Andrés de Cabrera mayordomo del dicho señor rey don Enrique e de su consejo e justicia mayor de la dicha cibdad de Segouia que ay estaua presente para que las tenga o de a quien las tenga e use por su alteza el cual dicho mayordomo las rescibio de mano de la dicha señora reyna e las entrego a los dichos corregidor e alcaldes e alguazil que presentes estauan que primero las tenia para que las tengan en su lugar e por la dicha señora reyna."A la muerte del Rey Enrique IV, además de su hija Juana, aspiraba al trono de Castilla el Rey de Portugal, pero con la rápida intervención de Andrés de Cabrera, proclamando reina a Isabel y entregándole el tesoro del reino, facilita la victoria final de ésta sobre su oponente.
Narrados sucintamente, estos fueron los hechos que cambiaron el rumbo de España. Sin la decidida participación de los esposos Cabrera-Bobadilla, posiblemente no se hubiesen desarrollado así los acontecimientos que entronizaron a Isabel I de Castilla y Fernando de Aragón como los Reyes Católicos, por su apoyo incondicional durante todo el proceso de sucesión, y por la entrega del Alcázar de Segovia donde se guardaba el tesoro del reino, al ser proclamados reyes.
Y estos hechos son los que motivaron el agradecimiento de los monarcas a los marqueses de Moya, con los cuales tuvieron un comportamiento diferenciado con la política que llevaron a cabo con los demás nobles, aún con los que les habían apoyado.
Cuando se normaliza la vida política en los reinos, y los nuevos monarcas imponen su autoridad absolutista en sus dominios, deciden premiar a sus fieles colaboradores. Les conceden las tierras de Chinchón que segregan de la municipalidad de Segovia, y les nombran Señores de Chinchón. Los motivos están claros, pero surge una pregunta ¿por qué, precisamente, las tierras de Chinchón?
Pero eso ya es otro capítulo de la Historia de Chinchón, que se lo contaré otro día....
o en http://www.bibliotecaspublicas.es/chinchon/publicaciones/Piedras_con_historia_2.pdf
y también en "Crónica de Chinchón" de Manuel Carrasco Moreno.
https://skydrive.live.com/view.aspx?cid=BAD2F890FA32E7A6&resid=BAD2F890FA32E7A6%21130&app=WordPdf