Y en su largo peregrinar, desde Sepúlveda llegó a Chinchón y aquí permaneció durante varios años. Aquí montó su taller y su horno y nos dejó, además de la devoción a San Frutos Bendito, una muestra de su arte.
Hizo varias pinturas y mosaicos para el Parador de Turismo, con las imágenes de San Roque y la Virgen del Rosario; allí pintó frailes y decoró salones.
También es el autor de los murales de la entrada del Café de la Iberia, en los que retrató varios personajes históricos y reales de Chinchón, dejándonos su autorretrato en algunas de sus obras.
Suyos son los dibujos de las “Aleluyas chinchonetas”, con textos de Alfredo Rodriguez, en las que recogían la actualidad de Chinchón de aquellos años, y que todavía se conservan enmarcadas en el Parador de Turismo y en muchas casas de Chinchón.
Y por último es coautor con Carlos Alonso de una plano de Chinchón antiguo, que también lo podemos ver enmarcado en la mayoría de las casas de Chinchón.
Desde este blog he querido rendirle un sencillo homenaje en reconocimiento de su arte y de su cariño por Chinchón.