José María Rubio y Peralta nació en Dalías (Almería) el día 22 de julio de 1864. El 24 de septiembre de 1887 fue ordenado sacerdote y celebró su primera Misa el 8 de octubre siguiente en la entonces catedral de San Isidro, en la capilla de la Virgen del Buen Consejo.
El 1 de noviembre de 1887, Don Joaquín Torres Asensio, su profesor, siguiendo su patronazgo, buscó para José María el cargo de coadjutor en la parroquia de Chinchón, adonde se dirigió éste dos semanas después de su primera misa. Chinchón era entonces una villa de unos 5.000 habitantes y estaba muy cerca de Madrid, donde en tan solo nueve meses ya empezó a tener fama de santo, mientras continuaba con dos cursos facultativos de Teología en el Seminario para obtener en 1888 la Licenciatura en Teología en Toledo.
Durante su permanencia en Chinchón fue capellán de las Clarisas a las que dio sus primeros Ejercicios dirigidos a las monjas, las cuales siempre guardaron un buen recuerdo, de la claridad y sinceridad con que les habló. En Chinchón estuvo dos años con fama de sacerdote ejemplar. Por lo menos, eso dicen los testimonios del Proceso.
En 1906 ingresó en la Compañía de Jesús y fue destinado a ejercer su ministerio pastoral también en Madrid donde permaneció hasta su muerte, que tuvo lugar en Aranjuez el 2 de mayo de 1929.
Fue beatificado por Juan Pablo II en Roma el 6 octubre de 1985 y canonizado en Madrid por el mismo pontífice el 4 de mayo de 2003. Sus restos son venerados en la iglesia de San Francisco de Borja y del Sagrado Corazón de la Compañía de Jesús en Madrid.
Hoy, día 1 de noviembre de 2008, se cumplen 121 años de su llegada a Chinchón.
(La imagen de San José María Rubio, que ilustra este artículo, se encuentra en la Iglesia Parroquial de Nuestra Sra. de la Asunción de Chinchón).